miércoles, 28 de noviembre de 2007

Contra la dictadura todos éramos díscolos

Por Víctor Miranda

En sus orígenes, la Concertación estaba compuesta sólo de díscolos, personas que no aceptaban una autoridad militarmente "elegida". En esa época era natural estar disconformes con la desigualdad, el atropello y la opresión; pero no todos los disconformes eran díscolos pues se arriesgaba a perder el trabajo, la libertad o la vida.

A pesar de esos riesgos los díscolos aumentaron hasta que el dictador aceptó pactar su salida, y con ese pacto heredamos un esquema económico injusto, una constitución a la medida de esa injusticia, y medios de comunicación dispuestos a ( amparar, ocultar, justificar) esa injusticia.

Hoy 17 años después de ese pacto, el esquema económico sigue intacto, (para comprobarlo basta ver la edición extraordinaria de ESTRATEGIA: "Los Niveles de Concentración en 35 Mercados", o revisar cuanto se llevan las transnacionales del cobre, y cuanto ganan los empleados de los supermercados) La constitución tiene otra firma (quizás para satisfacer la megalomanía de Ricardo Lagos), pero aún permite enjuiciar a un senador por apoyar a los trabajadores. Y los medios de comunicación, con el entusiasta apoyo de los gobiernos de la concertación (dan más del 80 % del avisaje estatal al Mercurio y la Tercera) siguen siendo monopólicos y siguen sembrando medias verdades que son peor que las simples mentiras.Esa triple continuidad ha vuelto a generar díscolos, que en lo fundamental quieren que se cumpla el espíritu que animó en sus inicios a la concertación. El proyecto de depreciación acelerada generó díscolos. La reforma tributaria, generó díscolos especialmente entre los trabajadores vinculados a la concertación. El acuerdo con la derecha en educación que mantiene el lucro, y en el Tran-Santiago, todos pierden, menos los bancos y los operadores.

Y al igual que en los comienzos esta intención de mantener los criterios fundacionales de la Concertación tiene sus riesgos, ahoras er díscolo puede significar perder el trabajo, perder un cupo parlamentario o ser expulsado de un partido al que se ha pertenecido toda la vida.

¿Está equivocado Adolfo Zaldivar cuando afirma que el Transantiago es el paradigma del Neo-Liberalismo? Veamos

¿Quién pierde con el TRANSANTIAGO?

1. -Pierden los usuarios por razones obvias

2. - perdieron los pequeños empresarios del transporte

3. - pierde el fisco cientos de millones de dólares

4. -la Concertación puede perder un senador yquizás las próximas elecciones presidenciales.

Con tantos perdedores uno puede preguntarse y ¿Cuánto pierden los bancos a cargo del sistema?

En esta situación puede que a algunos no les guste el concepto de Neo-Liberalismo, pero está claro que no beneficia a los trabajadores y está más que claro que no fue para llegar a esto que se fundó la concertación.

Con una mirada desprevenida puede creerse que es ilógico empujar a un senador fuera de la concertación, en circunstancia que las fuerzas están tan parejas en el senado, pero si como lo comprueba la experiencia de estos 17 años, la estrategia es propalar la idea de que se quieren los cambios, pero en realidad no se quiere cambiar lo fundamental, es muy importante no tener la mayoría en el parlamento, por que eso permite culpar al empedrado. Estar en minoría como es su deseo, les permite pactar con la derecha y echarle la culpa a los díscolos.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Discurso de Jorge Arrate


Amigas, amigos; compañeras, compañeros:

He recorrido esta noche con mucha alegría las distintas mesas y encuentro amigos viejos y amigos nuevos. Desde los amigos de la Federación de Estudiantes Secundarios y la FECH, las campañas del 64 y del 1970; a los amigos de exilio; de lucha contra la dictadura; a los que han acompañado este tiempo de la transición desde el partido Socialista y desde la Concertación. Pero he encontrado amigos nuevos y yo que siempre trato de pensar y hablar desde la memoria, que he intentado hacer parte de mi memoria a personajes que no conocí y que admiro como Arcos y Bilbao; como Recabarren; como Aguirre Cerda.

Pienso esta noche que tenemos que hablar no sólo desde la memoria, sino que también tenemos que hacer -particularmente los de mi generación- el esfuerzo por mirar hacia delante y escribir novelas de anticipación. Cada uno tiene que saber quiénes son sus abuelos, sus bisabuelos, sus tatarabuelos. Sin eso no hay identidad. Pero cada uno tiene que saber también quiénes son sus hijos, quiénes son nietos, quiénes son sus bisnietos.
Y la gran riqueza de esta reunión, de esta noche, es que yo creo que por primera vez desde mucho tiempo estamos sentados aquí compañeras y compañeros; que tenemos distintas posiciones políticas dentro del gran arco del progresismo chileno y de la izquierda chilena. Pero también, que tenemos distintas edades. Que estamos todos desde mi querido amigo Carlos Altamirano y mi querida amiga Irma Almeida, hasta las pingüinas que el año pasado conmovieron al país en una demostración jamás antes conocida de voluntad y de fuerza de cambio.

Necesitamos la memoria, pero necesitamos el futuro y lo que debemos hacer aquellos que nos definimos como Allendistas, que vivimos el tiempo de Allende y la unidad del tiempo de Allende, es trasmitir esa energía y esa fuerza a nuestro hijos, a nuestros nietos y a nuestros bisnietos que son los que van a empujar -como decía Nicolás Grau- para aunar fuerza, para unir fuerzas que son los que van a poner y tienen que poner su voluntad. La que nosotros a lo mejor en momentos no tuvimos o no pudimos para lograr ese gran objetivo, que es el objetivo de unir al pueblo de Chile tras la grandes banderas transformadoras que nos permitan una democracia plena, una libertad plena y una sociedad igualitaria con justicia social.

Eso es lo que hemos propuesto y como ha dicho Sergio Aguiló al iniciar esta cena: no es esta una proclamación de ninguna persona, pero si es la proclamación de una idea, la proclamación de un proyecto que aún no hemos definido, que tenemos que definir juntos, en todos sus detalles, para hablar del cobre; para hablar de nuestro medio ambiente; para hablar de la educación; para hablar de la mujer; para hablar de los jóvenes; para hablar del mundo del trabajo. Pero sabemos que ha de tener como protagonistas a todas las generaciones que enfrentamos el Chile en que vivimos hoy, que nos deja insatisfechos, que nos transforma en inconformistas, porque eso es lo que somos, somos inconformistas. No hemos renunciado a la pasión por la crítica, ni al derecho a la crítica, aunque tengamos -como tenemos cada uno- legitimas ideas, adhesiones a ideas a principios, a organizaciones políticas. Nunca hemos renunciado ni vamos a renunciar a ese derecho a mirar críticamente el mundo que nosotros mismos hemos contribuido, muchas veces positivamente u otras negativamente, a construir.

Eso hemos dicho compañeros, hay un ciclo que está terminando, hay un ciclo que esta terminado hay una transición que terminó en lo que terminó. Las cosas no terminan donde uno quiere, las cosas terminan donde terminan. Donde el motor que fue capaz de movilizarlas, de llevarlas adelante ya no da para más ya está fundido. La transición ha terminado en una democracia incompleta y ha terminado en una sociedad profundamente desigual. No significa esto negar ninguno de los logros o avances que en estos años hemos llevado adelante, pero no voy a cumplir esta noche con el rito de disculpa de tener que enumerarlos, para enumerar en cambio todas las cosas que no pudimos, hacer porque no nos dejó la derecha o por que no tuvimos la fuerza y el coraje suficiente para hacerlas.

Compañeras, compañeros. Amigas, amigos, seguimos con la misma constitución de 1980, parchada y parchada en la mayor parte positivamente, que bueno que hayan ciertos cambios que se han hecho en esa Constitución. Pero algunas de estas reformas ¿han discutido alguna vez el concepto de derecho de propiedad que esta establecido en la Constitución? ¿alguna de estas reformas ha leído las diecinueve discriminaciones? se lo escuche a María Rozas en un panel en que estuvimos juntos, diecinueve discriminaciones que están contenidas en la constitución.

Tenemos que luchar puesta la vista en el horizonte y sabiendo que no es la tarea que podemos realizar mañana por extender la idea que es necesaria una nueva Constitución. Que sea proclamada por un pueblo soberano y libre, por que eso son las constituciones, son la Ley fundamental que nos damos todos y para que nos la demos todos tenemos que crear un poder constituyente y tenemos que un plebiscito para consagrar una constitución. ¡Si hasta Pinochet sometió a plebiscito su porquería de constitución! en un plebiscito brujo que es la constitución que nos ha legado y que ha metido en una trampa a la democracia chilena. Es esa constitución la que ha hecho un país binominal, un país binominal que excluye, no sólo a los partidos y fuerzas políticas que han participado en elecciones buscando una representación, y en 17 años a pesar de tener votación más que suficiente para tenerla. No han tenido un diputado, esa es una exclusión muy grave, pero hay otras compañeros. Esta es la exclusión de los que no sienten; de los que no quieren participar del sistema político y anulan su voto o votan en blanco; de los que no van a votar. Sin avisar de los chilenos que viven fuera de Chile, a los que la derecha les acaba de negar su derecho legítimo a votar en nuestras elecciones.

Y está la exclusión macroscópica, a mi juicio la más inquietante, de ejercer su derecho a voto que no se inscriben en los registros electorales. 85% ó más de los jóvenes entre 18 y 24 años; el 70% a 75% de los jóvenes entre 24 y 29 años. Y la política, los partidos, las coaliciones como si lloviera, un par de campañas, un par de meses antes, cuando ya están a punto de cerrarse los registros electorales para que los jóvenes que no están ni ahí. Dicen que se inscriban y es falso que no estén ni ahí, porque son esos jóvenes lo que crean los clubes deportivos, los que crean asociaciones para escribir comics, los que crean grupos de hip- hop, los que participan activamente en muchas actividades culturales. Son esos jóvenes los pingüinos, son esos jóvenes muchos de los que están aquí esta noche, que no están inscritos en los registros electorales. Y que dice entonces esta generación, la generación que creció en la memoria de la izquierda universal y de la izquierda chilena luchando por el voto universal, por el sufragio universal para hombres y desde el 49 para las mujeres.

Qué decimos nosotros, cómo miramos con impotencia la erosión del sistema democrático, por la exclusión que el sistema político hace de aquellos que se han dado cuenta que votar en una elección incide poco en un país donde hay senadores designados como el señor Allamand en Valdivia. Tenemos que cambiar la constitución tenemos que luchar para cambiar y derogar el sistema electoral binominal, tenemos que impulsar la reforma que hoy día se está planteando. Cualquier avance en este terreno es positivo. Tenemos que luchar por un Chile más pluralista. En los medios de comunicación tenemos que luchar por un Chile que no excluya políticamente a nadie, y tenemos que enfrentar esta sociedad desigual que hemos recibido, que hemos dejado.

No me hago a un lado de las responsabilidades que cada uno tiene en lo que ha ocurrido en el país, en las positivas y en las negativas, asumámoslas todas, porque eso es responsable y eso es honesto. Pero al final no nos la hemos podido con el libre mercado y sus efectos de desigualdad; no hemos sido capaces de elaborar políticas lo suficientemente fuertes para que en Chile la mayor parte del crecimiento vaya a los que tienen menos, cuando la distribución porcentual del ingreso se mantiene constante, como ha ocurrido en nuestro, país quiere decir que el plus del crecimiento que el excedente del crecimiento se distribuye en proporción a lo que cada uno gana. El 10% más pobre se lleva el 2% del crecimiento y el 10% más rico el 45% del crecimiento. No nos interesa un crecimiento que lo que hace es profundizar las desigualdades en una sociedad, porque seguimos trabajando con las metas de la tasa de crecimiento para batir los record sudamericano y mundiales en materia de crecimiento. y no ponemos también objetivos medibles para ir reduciendo progresivamente las desigualdades, exclusión política, exclusión social y económica. Delincuencia, primer lugar en América Latina en ciudadanos en las cárceles, nuestro Chile el primero en América Latina y se siguen debatiendo todos los días cómo aumentar las penas; cómo ampliar las cárceles para ampliar las escuelas de delincuencia, para ampliarlas también a los niños de 14 años.

Tengo el orgullo de decir que cuando fui candidato a Senador por la Región de Coquimbo el año 2005, en un foro de televisión señalé mi desacuerdo con la Ley que se aprobó en ese momento para reducir la edad penal a los 14 años, sin las medidas adecuadas para iniciar efectivamente procesos de rehabilitación y no procesos punitivos.

El sistema alcanza grados muy grandes de sofisticación, el sistema genera la farándula sonambulismo político; la pirotecnia el sistema trata de captar las voluntades por las vidas del espectáculo; el sistema disciplina por la vía del endeudamiento; el sistema disciplina por la vía de la precariedad laboral y de la instabilidad en el trabajo; el sistema disciplina por la prestidigitación política; por la noches de Hallowen; por las noches de magia que estamos viendo en la política chilena a diario. Lavín Bacheletista y yo digo si Lavín es Bacheletista ,que diga que aprueba la píldora del día después; si Lavín es Bacheletista que diga que está por derogar el sistema Binominal; si Lavín es Bacheletista que diga que es contrario al lucro en el sistema educacional; si Lavín es Bacheletista que apoye la Ley que ha enviado el Gobierno para que los sindicatos y las asociaciones vecinales tengan radios libres; si Lavín es Bacheletista que se ponga con la reforma laboral y que esté de acuerdo en ampliar la negociación colectiva y proteger mejor al sindicalismo. Lo desafío a que sea Bacheletista de verdad y que no haga actos de magia para querer vestirse con la popularidad y el cariño que el pueblo chileno tiene por la Presidenta Bachelet.

Un ciclo está terminando.

Un ciclo está terminado y se ha iniciado un nuevo ciclo, porque se ha iniciado un nuevo ciclo, que a veces no percibimos por muchos factores, pero yo voy a señalar tan solo unos pocos, se ha iniciado un nuevo ciclo porque hemos elegido una mujer, una mujer socialista, esa mujer Presidenta de la República de Chile y esa es una flecha disparada al futuro cuyos efectos no percibimos enteramente hoy día, pero vamos a percibir en muchos años más. Se ha iniciado un nuevo ciclo porque los pingüinos invadieron las calles y se tomaron sus colegios. Se ha iniciado un nuevo ciclo porque el sindicalismo chileno está retomando su vieja energía ha dado batallas y ha triunfado en esas batallas.

Se ha iniciado un nuevo ciclo por que la América Latina que tenemos hoy día es otra América Latina, es la América Latina de Evo Morales de Tabaré Vasquez y el gobierno del Frente Amplio con socialistas, con comunistas y con tupamaros, en el gobierno, es la América Latina del proceso Bolivariano de Chávez, es la América Latina de Lula, es la América Latina de Correa en Ecuador.

Esta es otra América Latina y en esa América Latina está Chile y está nuestro país. Abramos bien los ojos, hay un nuevo ciclo que ya se inició como lo concretamos aquí, como lo impulsamos aquí, hemos dicho con un grupo de amigos y compañeros, uniendo fuerzas, uniendo fuerzas por que, porque alguien lo señalaba estamos en una trampa en un círculo vicioso. El mecanismo que impide modificar el mecanismo, el mecanismo impide modificar el mecanismo, repito el sistema binominal impide modificar el sistema binominal; cómo rompemos, fuerza social si sin duda, pero también, fuerza política organizada.

Tratemos de ganar los votos en el Congreso necesarios para derogar el sistema binominal, para llamar a una constituyente, para abrir un camino, ese es el desafió, el desafío es allí y en muchos frentes, unir fuerzas, unir fuerzas.

Cada vez que lo hemos hecho hemos vencido; cada vez que lo hemos hecho hemos triunfado y el país ha tenido avances .Los tuvo en 1938 con el frente popular y Pedro Aguirre Cerda, cuando unimos fuerzas Radicales, Socialistas, Comunistas, Demócratas, Confederación de Trabajadores de Chile (CTC) y jóvenes de la Falange Nacional que no quisieron votar por el candidato de su partido y apoyaron a Pedro Aguirre Cerda. Unamos fuerzas como lo hicimos, unos más sonrientes otros a regañadientes, sin creer en el mecanismo en el plebiscito del año 1988. Si no nos hubiéramos unidos sin no hubiéramos votado todos NO, no habríamos sacado el 54%, nos hemos unido para elegir a los dos últimos Presidentes de la República y si no fuera por que nos unimos en la segunda vuelta, no habría sido presidente Lagos ni sería presidenta Michelle Bachelet, esa es la verdad. Pero cada vez que lo hemos hecho hemos vencido, cada vez que lo hemos hecho hemos triunfado y está en nuestra historia. Y es más viejo que el hilo negro, desde los años 30, cuando desde las filas del partido comunista se planteó la idea del gran frente antifascista, se planteó la idea de unir fuerzas para derrotar a la derecha y al nazismo. Cuando el año 57 Eugenio González Rojas, ese gran socialista, planteó al despedirse del Senado que la fuerza de avanzada social, así las llamaba él, debían unirse para enfrentar los siguientes desafíos. Un año después Jorge Alessandri por la derecha fue elegido Presidente de la Republica con un 34% de los votos. Como lo hizo Radomiro Tomic en la década de los 60 en que llamó a la unidad social y política del pueblo.

Unamos fuerzas, es una tarea tremendamente difícil- yo no lo ignoro, lo sé- es una tarea que tiene que superar brechas muy profundas que se han abierto con el curso del tiempo entre nosotros. Es una tarea que tiene que superar las indiferencias y las comodidades de los que han logrado sitios, posiciones en el aparato institucional, es una tarea que tiene que superar los resentimientos, los rencores, a lo mejor legítimos de muchos que han sido críticos de este proceso de transición.

Pero no vale la pena hacer el esfuerzo de superar esas brechas, de superar esas diferencias para aislar a la derecha en el país de América Latina, donde seguramente la derecha es más poderosa, donde acumula a su poder económico, su poder mediático su poderío lógico. A la derecha implacable que durante 500 años ha creído que este país le pertenece, que gobierna a través de una elite y que solo una vez realmente se ha visto amenazada de que la tortilla se diera vuelta, cuando ese gran chileno, ese gran socialista fue Presidente de la Republica, el compañero Salvador Allande.

Es difícil, es difícil y yo no sé sinceramente si lo vamos a lograr en un plazo breve, yo voy a seguir luchando en esa línea en mi partido socialista, entre los amigos que están fuera de mi partido socialista, para ver si logramos efectivamente atraer voluntades para este propósito de unir fuerzas. Alguien me dijo bueno y si no resulta, esperemos, sino resulta veremos, veremos que hacemos, cómo apuntamos para el plazo más largo, para unir fuerzas, pero paso y grados de unidad.

Tenemos que lograr, tenemos que avanzar en pasos de unidad para ir generando la fuerza que construya un gran movimiento de unidad popular y democrático en Chile, que abarque desde los cristianos progresistas hasta los muchachos rebeldes de la izquierda y que permita constituir una fuerza que no pueda ser derrotada por el poder económico ni político de la derecha.

Les dije al comenzar yo he trabajado y trabajo siempre y reivindico siempre la memoria y siempre les digo a los más jóvenes, no olviden la memoria, tenemos nosotros que traspasarles memoria. Pero somos hoy día como un archipiélago hay generaciones que no han conversado entre sí por mucho tiempo, y tenemos que movilizar ese diálogo para ir construyendo una red que vaya acercado las vivencias y las experiencias. Los jóvenes no pueden tener la memoria que tengo yo, los jóvenes están recién construyendo su memoria, mi única aspiración es tratar de prestarle la mía, prestarle la de mí generación para que de ahí saquen consecuencias, no para que hagan lo que nosotros hicimos, por que no lo hicimos tampoco ni perfecto y en muchos casos ni siquiera bien. Sino para que sean capaces de traducir la memoria, la memoria no sirve para copiarla, la memoria no es para repetirla, la memoria no es para clonarla, la memoria es para traducirla y para traducirla necesitamos innovación, la innovación de los jóvenes, la creatividad y la libertad de los jóvenes, que van a ver, estoy seguro, un Chile mucho más justo mucho más libre, cuando seamos capaces de unir fuerzas.

Muchas Gracias.
Santiago, 26 de cotubre 2007

Pablo Salvat Bologna: Del abuso de poder y el ethos nacional

Pablo Salvat Bologna
El abuso de poder en el campo de los derechos sociales nos habla acerca de herencias y falencias del modelo económico y de hábitos sociales que no contribuyen a superar asimetrías históricas.
El informe del Barómetro de Abuso de Poder, que divulgó Genera, da cuenta de la evaluación negativa que persiste en cuanto a la percepción de los abusos de poder en los derechos sociales. Ciertos datos exponen, por ejemplo, que tanto en 2005 como en 2006 se mantiene en 50% la experiencia de vulneración de estas garantías en la población consultada (en salud, educación, vivienda, previsión, trabajo). Segundo, sobre la representación del uso del poder, de acuerdo con los consultados, en torno a 40% lo concibe de modo negativo, vinculado con relaciones de desigualdad (16%), experiencias como abuso y corrupción (16%) y valores negativos como envidia y arrogancia (4%). El uso del poder es visto en términos positivos sólo en 18% de las menciones. Tercero, los consultados entienden este abuso como aprovecharse de una posición superior (en torno a 40%); 18%, con pasar a llevar derechos de la gente; 11%, como la expresión del uso de la fuerza para conseguir ciertos objetivos.
Una cuarta cifra interesante dice que cuando se pregunta por las responsabilidades en los abusos de poder, más de 60% relaciona las conductas con la política o cultura institucional del organismo que presta el servicio (en salud, educación, vivienda, previsión o trabajo). Se liga más a factores estructurales que a una mala experiencia vivida con un funcionario determinado. Sin embargo, en quinto lugar, un elemento positivo radiografiado es el aumento de la disposición ciudadana a reclamar cuando percibe como vulnerados sus derechos. Ello revela que tenemos -desde la herencia autoritaria y en la actualidad con la democracia limitada de las modernizaciones- prácticas institucionales e interpersonales que están atravesadas por la desigualdad, las injusticias, la discriminación y el maltrato. Es decir, por situaciones que pueden caracterizarse como una negación del reconocimiento del otro como "otro legítimo" al que asisten no sólo ciertos derechos, sino un trato acorde con una dignidad humana común.
La percepción sobre una sociedad desigual y poco justa demanda otra mirada, en la que se puedan incorporar ingredientes de nuestra cultura política pública, de la ética social imperante -relaciones entre ciudadanos e instituciones- y su incidencia en la producción de esas situaciones vividas. La historia social del país está marcada por la existencia de una serie de hechos que se repiten, en los que se ponen de manifiesto signos de exclusión, discriminación o violencia sobre el otro, en particular si ese otro es mujer, indígena, pobre, analfabeto, inmigrante o adherente a proyectos de cambio.
El abuso de poder en el campo del usufructo de los derechos sociales nos habla acerca de herencias y falencias del modelo económico y de formas de convivencia marcadas por hábitos sociales que no contribuyen a superar asimetrías ya históricas: el autoritarismo, la impunidad, las discriminaciones, la falta de estima social que puebla el escenario decisional privado y público. Los resultados del barómetro confirman algo que hemos podido rastrear desde otros ángulos: la inexistencia entre nosotros de una moral igualitarista en el área de los lazos sociales e institucionales y las consecuencias previsibles de ello. Puede pensarse que no será una tarea simple modificar la conducta de instituciones y estructuras si al mismo tiempo las actitudes personales, corporativas y gremiales apuntan en sentido contrario; es decir, si se sigue procediendo como si hubiera gente de primera, segunda y tercera clase, y se sigue pensando que es algo bueno y conveniente que sea así.
Al parecer, estas situaciones no provendrían únicamente de los grupos más poderosos o los que tienen más prestigio. Si la falla es "geosocial", si está ligada a las formas de articulación entre los ciudadanos y personas entre sí -y las instituciones-, entonces podremos encontrar conductas y hábitos de discriminación y de maltrato en distintos escalones de la sociedad y en distintos oficios institucionales. Cada vez que cualquier conciudadano sienta que posee alguna cuota de poder, tendrá muchas veces la tentación de -como quizás hicieron con él- abusar en cierto grado de ese micro o macropoder como forma de "hacerse valer" ante el resto. Resulta importante poder evaluar estas situaciones para no evitarnos un juicio sobre las relaciones sociales dadas, sobre las instituciones que tenemos y la matriz a la que obedecen.
Las situaciones de abuso de poder, aunque se examinen en el plano de la práctica de organismos ligados con el cumplimiento de supuestos derechos sociales y aunque muchas veces exista la tendencia a verlos como desligados del uso del poder político, remiten indefectiblemente al tipo de sociedad que tenemos, al estado de su vínculo social y sus principios ordenadores. Cuando hablamos acerca del tipo de sociedad que tenemos, de la sociedad que queremos y sus principios ordenadores, nos encontramos hablando siempre de política, en particular de política democrática: del modo cómo resolvemos deliberativamente la manera de autoorganizar la vida en común.
Podría colegirse que el abuso de poder hacia parte importante de la población en relación con los derechos y tratos debidos, nos habla de los déficit que tiene nuestro proceso democrático, en particular sus capacidades de diseñar formas, medios e instituciones capaces de cubrir los derechos básicos en el terreno socioeconómico y cultural, lo cual parece mostrar que tenemos una política que, por ahora, va a la zaga de las posibilidades del modelo económico. Resultará contradictorio y/o poco viable una profundización democrática si no apuntamos al mismo tiempo a la conformación de una ética (un ethos) de la igualdad transversalizada.
* Pablo Salvat Bologna, doctor en Filosofía de la U. Católica de Lovaina y director del Magíster en Ética Social y Desarrollo Humano de la U. Alberto Hurtado.


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viernes, 23 de noviembre de 2007

Pizarro: Desigualdad, vulnerabilidad y exclusión en Chile (1)

Roberto Pizarro, Economista, ex Ministro de Planificación


La Concertación cumple más de diecisiete años a la cabeza del gobierno de Chile. Ha sido un periodo inédito de crecimiento económico, con una reducción sustancial de la pobreza heredada el régimen militar. Sin embargo, esa riqueza generada por el crecimiento se ha concentrado en unos pocos grupos económicos, lo que ha resultado en una distribución del ingreso y desigualdades sociales, calificadas de intolerables por la propia Iglesia Católica. Por otra parte, la democracia, conquistada con el sacrificio de la inmensa mayoría de los chilenos, no ha favorecido el acceso a espacios de representación de todas las fuerzas políticas ni tampoco ha servido para el despliegue participativo de la sociedad civil organizada.

Los gobiernos de la Concertación asumieron el modelo económico heredado del régimen militar, a pesar de que sus economistas lo habían cuestionado desde la oposición a Pinochet. Al mismo tiempo, el sistema político consagrado en la Constitución de 1980 no ha sido modificado radicalmente, a pesar que su régimen electoral binominal impide la participación política plena de todos los chilenos y que el concepto de Estado subsidiario que allí se consagra inhibe el accionar del sector público. Así las cosas, se podría decir que durante los diecisiete años de gobiernos de la Concertación, coalición calificada de centro-izquierda, el país no ha avanzado hacia una sociedad incluyente y en cambio se ha construido una muralla cada vez más alta que divide económica, social y políticamente a los chilenos.

Por otra parte, los gobiernos de la Concertación y sus partidos no han querido o no han sido capaces de desafiar el duopolio de las comunicaciones, las cadenas de El Mercurio y La Tercera, ni tampoco esa presencia agobiante de los canales de televisión, lo que ha impedido la democratización informativa y cultural. Finalmente, luego de la consabida corrupción pinochetista, con sus privatizaciones amañadas y negociados personales, es doloroso constatar que en los últimos años de la Concertación se han presentado manifiestos hechos de corrupción en el sector público y también se han establecido vínculos estrechos entre la política y los negocios, lo que ha comprometido a personeros políticos del bloque gubernamental.

Modelo económico concentrador

Consecuentemente, el ciclo político que restauró la democracia en 1990 no cumplió con las tareas que se propuso. Los gobiernos de la Concertación aplicaron rigurosamente el decálogo del Consenso de Washington, que es lo mismo que decir neoliberalismo
[1]. En vez de desafiar el modelo económico y las políticas sociales excluyentes de la focalización se optó por su continuidad.

Es cierto que el modelo económico y sus políticas sociales disminuyeron la pobreza, gracias al notable crecimiento, el consiguiente aumento del empleo y los mayores recursos destinados a programas sociales. Pero, la persistencia de la focalización como enfoque social gubernamental y la vigencia de la acción empresarial en la salud, la educación y en la previsión han dividido a los chilenos, generando una brecha social de envergadura.
Asi las cosas, se ha consagrado en el país una educación inservible para los pobres y capas medias, junto a una educación privada empresarial para las familias de altos ingresos. Los niños pobres tienen asegurada la pobreza, aquellos provenientes de capas medias viven un futuro incierto y los hijos de familias ricas tienen garantizadas las mejores universidades en Chile y en el extranjero. Los recursos fiscales, siempre magros gracias a una política restrictiva tanto en periodos de auge económico como de disminución de la actividad económica, focalizan la salud en los sectores de extrema pobreza, con hospitales derruidos, largas filas de enfermos, médicos mal pagados y un AUGE de implementación confusa; pero, al mismo tiempo, existe el sistema de Isapres para los ricos en clínicas tecnológicamente sofisticadas, casi hoteles de cinco estrellas. Finalmente, el sistema de las AFP entrega a los ricos altas jubilaciones, pero pensiones miserables para ancianos pobres y sectores de ingresos medios. El tratamiento distinto que se brinda a la población chilena en educación, salud y previsión, según diferencias de ingresos, es éticamente cuestionable, políticamente insostenible y debilita los recursos humanos del país.
Por otra parte, el modelo económico golpea seriamente a los trabajadores, y ha colocado en condiciones de vulnerabilidad a pequeños empresarios y consumidores. La economía chilena, fundada en el mercado libre, con Estado mínimo, apertura económica indiscriminada al mundo, con una política económica de superávit fiscal y con un sistema impositivo regresivo, no ha sido capaz de nivelar el campo de juego a favor de los débiles, fortaleciendo más bien las posiciones económicas de los grupos económicos nacionales y transnacionales.

Debilitamiento de los trabajadores
La mala distribución del ingreso se explica en gran medida por el escaso poder de negociación de los trabajadores. En los gobiernos de la Concertacion, entonces, se ha debilitado el movimiento sindical. En efecto, los trabajadores sin contrato han aumentado, la tasa de sindicalización ha disminuido y también ha disminuido el número de trabajadores que negocian colectivamente. Paralelamente, una gran cantidad de trabajadores se ven afectados por el uso abusivo de la subcontratación que utilizan los empresarios para hacer difusa la persona del empleador, utilizando numerosas razones sociales que permiten eludir el pago de gratificaciones y las cotizaciones provisionales. Con esta triquiñuela pueden coexistir en la empresa trabajadores que realizan las mismas labores, pero que pertenecen a una o varias empresas subcontratistas, con salarios distintos y restando derechos a la sindicalización y la negociación colectiva. De esta forma es que se ha acrecentado la precariedad labora en el país.
Las iniciativas gubernamentales en el ámbito laboral han favorecido muy marginalmente a los trabajadores. Lo único destacable es el seguro de desempleo que, aunque poco generoso y escasamente utilizado, apunta en una dirección positiva. La reforma laboral propuesta durante el gobierno del Presidente Lagos no cumplió con los dos temas centrales que diferenciaron su campaña electoral con la del candidato Lavín. Por una parte, la reforma no ayudó a potenciar la negociación colectiva y, por otra parte, tampoco se impidió a la patronal la recontratación de trabajadores cuando se producen huelgas.

Finalmente, las arbitrariedades empresariales encuentran serias dificultades de supervisión por el escaso número de inspectores del trabajo frente a una elevada suma de violaciones del Código del Trabajo. Adicionalmente, la Dirección del Trabajo muchas veces es coartada en sus determinaciones por fallos de tribunales que, por la vía del recurso de protección, dejan sin efecto las sanciones cursadas por la autoridad.

La cancha se inclina contra las pequeñas empresas
La concentracion patrimonial es la fuente primaria de la desigualdad. No sólo económica, sino social, politica y cultural. La revista Forbes coloca entre las mayores fortunas del mundo a Andrónico Luksic, Eleodoro Matte y Anacleto Angelini, ranking del que siempre estuvieron muy alejados los empresarios chilenos. Estos personajes y sus familias se convirtieron en ricos mundiales, primero, gracias a la dictadura y luego a la Concertación. No son los únicos que se han beneficiado de la apertura indiscriminada, de las privatizaciones, de un Estado timorato para regular y que ha convertido en un negocio la salud, la educación y la previsión. A estos los siguen otros de menor envergadura, pero también poderosos, como Ricardo Claro, Saieh, Piñera y los capitalistas extranjeros aglutinados en la Telefonica, Enersis, Telecom, entre otros.
El alto grado de concentración patrimonial en manos de unos pocos grupos económicos ha colocado en difícil posición a las pequeñas empresas. Los gobiernos de la Concertación no las han favorecido con una política de fomento efectiva para nivelar el juego, en un mercado hegemonizado por los grandes empresarios.
Los programas de la Corfo, en apoyo tecnológico y capacitación, son básicamente pilotos, favoreciendo a un numero muy reducido del universo de pequeños empresarios. Por otra parte, en momentos de reducción de la tasa de instancia monetaria del Banco Central sus impactos financieros favorables alcanzan rápidamente al gran capital pero escasamente llegan al pequeño. En efecto, los micro y pequeños empresarios deben pagar entre cinco a diez veces más por el costo del dinero, lo que bloquea sus iniciativas de negocios. Cuando la tasa de interés del Banco Central se eleva, como sucede actualmente, la situación de los pequeños empresarios se hace aún más difícil. No hay razón alguna, excepto la falta de voluntad política, para que el Banco del Estado masifique su apoyo financiero a las pequeñas y microempresas, sobre la base de tasas de interés a lo menos similares a las que cobra al gran capital. Ello podría arrastrar a la baja el costo del dinero en el conjunto del sistema financiero y aumentar la potencia de la economía, con efecto favorable en la creación de empleo.

La concentración económica y la hegemonía de los grupos económicos se proyecta dramáticamente a los medios de comunicación. En efecto, el Grupo Matte controla la cadena de El Mercurio y el Grupo Saieh la cadena de La Tercera (Copesa), ambos con revistas y diarios repartidos a lo largo de todo Chile. Por otra parte, con Ricardo Claro controlando Megavisión, junto a influencias manifiestas de grupos económicos en otros canales de televisión el pensamiento único se ha convertido en incontrarrestable. Este pensamiento uniforme defiende, con toda su fuerza, la institucionalidad económico-social que reproduce sus intereses y descalifica, oculta o ataca virulentamente cualquier reforma que se le pueda introducir. En este caso, la concentración económica y su proyección a los medios es una expresión adicional de la desigualdad que recorre el país, vulnerando la trasparencia informativa y el derecho de la ciudadanía a recibir información objetiva y enfoques interpretativos diversos.
Los gobiernos de la Concertación no han actuado a favor de la democratización de los medios de comunicación. La tesis de que “la mejor politica comunicacional es la que no se hace”, sostenida por Tironi y Enrique Correa, durante el Gobierno de Aylwin, se ha impuesto, impidiendo confrontar la hegemonía del pensamiento dominante y ha cerrado las puertas a la diversidad. Consecuentemente, esa misma política ha sido generosa en el avisaje gubernamental a favor “la gran prensa” y ha clausurado el acceso a los medios independientes, obligando al cierre de revistas y diarios como Análisis, APSI, La Epoca, Plan B, Siete Más Siete y Rocinante.

Consumidores, usuarios y clientes vulnerables

El modelo económico imperante ha colocado a los consumidores, usuarios y clientes en condiciones de manifiesta de vulnerabilidad. Expresión de ello es la fijación de precios arbitrarios y los pagos diferidos de los supermercados a los pequeños agricultores y otros proveedores; los acuerdos de precios oligopólicos del negocio farmacéutico así como la arbitrariedad para disponer a su antojo de las medicinas para la venta, como ha sucedido recientemente con la píldora del día después; y, las tarjetas de crédito de los grandes almacenes comerciales, que recargan de forma usurera los costos financieros del pago de los bienes comprados a crédito.

También, la vulnerabilidad ciudadana se hace evidente con las tarifas, muchas veces arbitrarias, en los servicios de utilidad pública: cuentas telefónicas, electricidad y el agua potable. En efecto, las jefas de familia observan con perplejidad esas cuentas que reciben todos los meses en las que se desconoce lo que se está pagando. Cifras inexplicables aparecen en las cuentas telefónicas y cuando emerge un reclamo las empresas responsabilizan al cliente, el que debe hacer largas filas y gastar tiempo en explicar a las ejecutivas que no se han llamado parientes en el extranjero o a centros telefónicos pornográficos. Las distribuidoras de gas amenazan que la cuenta puede subir en cualquier momento porque los argentinos han reducido el abastecimiento. Las empresas de electricidad han inventado cálculos de pagos en que siempre pierde el consumidor; y las empresas sanitarias aumentan sus precios porque las constructoras se olvidaron de contemplar en su momento los sistemas de aguas lluvias. Casi siempre en estas disputas se impone el argumento de las empresas, porque el peso de la prueba se ha depositado en el ciudadano, en el cliente, y no en quien presta el servicio.

La concentración económica, las desigualdades sociales y la vulnerabilidad ciudadana se han convertido en fenómenos peligrosos que anuncian tensiones sociales para los próximos años. La focalización de la pobreza, rostro social del modelo económico, ha dado por resultado la universalización de la desesperanza. La privatización de la salud, la educación y la previsión han ampliado los espacios de ganancia a los empresarios, generando al mismo tiempo una profunda división de acceso a los servicios sociales básicos. Esa misma política de focalización ha acorralado territorialmente a los pobres en poblaciones alejadas de sus centros de trabajo y de los espacios físicos ocupados por los sectores de altos ingresos. Allí viven esos jóvenes que vienen protestando con violencia creciente y de manera anárquica en el último tiempo.
Finalmente, el hecho más dramático y paradigmático de las desigualdades ha sido el desastre del Transantiago. Su pésimo diseño, una licitación apresurada, un mal operador financiero y la mínima disponibilidad de recursos para implementar la infraestructura de paraderos, vías exclusivas y sistemas de trasbordo han puesto en evidencia la escasa preocupación de los gobernantes por los más débiles. En efecto, en Santiago se han concentrado inversiones para autopistas por un valor de casi US$ 2.000 millones, otros US$ 2.000 millones para el Metro, mientras que Transantiago se han invertido menos de US$ 800 millones, de los cuales el Estado apenas ha aportado US$ 100 millones de inversión. Esto muestra una inversión de carácter regresivo en el transporte de Santiago, favoreciendo primero el transporte privado y luego las modalidades menos populares del transporte público.

En suma, el modelo económico ha favorecido principalmente al gran capital, con escasas regulaciones y recursos de fomento para las pequeñas empresas. Ello cierra las puertas al potencial creativo de las personas y restringe las oportunidades de empleo en una economía en que las pequeñas y microempresas crean el 70% de la ocupación. Por otra parte, la debilidad de los mecanismos de protección del ciudadano afectan al consumidor modesto, al cliente débil y al usuario pobre frente a los servicios públicos, las casas comerciales y los supermercados.

Imagen: del argentino Podeti

jueves, 22 de noviembre de 2007

Krohne: Un nuevo capítulo de un tema archisabido y sin solución

Walter Krohne
El tema de la distribución equitativa del avisaje fiscal entre todos los medios de comunicación es de enorme importancia para incrementar el pluralismo informativo y darle una mayor solidez a la democracia chilena. Este es un asunto serio que no se puede medir simplemente a través de la balanza del mercado, porque aquí está en juego todo nuestro sistema democrático. Justamente, es este punto el que no quieren o no desean entender los actuales administradores del Estado chileno.
La Fiscalía Nacional Económica no podría ir más allá del informe que ha dado a conocer recientemente (1), porque está claro que su misión es proteger al mercado y a la libre competencia. Es bueno por esta razón que el Fiscal Nacional Económico, Enrique Vergara Vial, haya decidido comunicar los resultados de su investigación al ministro Secretario General de Gobierno, Ricardo Lagos Weber, quien puede adoptar medidas y tiene, además, la obligación de hacerlo.
El error que aquí se comete es considerar el desarrollo de la prensa y las comunicaciones como un asunto que puede ser regulado solamente por el mercado. Y en este error, por temor a la clase económica o inseguridad, se ha insistido en los casi 18 años de gobiernos de la Concertación.
Chile y la gran masa de chilenos –60 por ciento de electores de la clase media- siguen teniendo hoy una sola forma de informarse, por los cauces de la derecha, lo que ideologiza sólo en una dirección gran parte de la información en Chile.
Ciertamente es casi imposible que un grupo humano de centroizquierda o de izquierda puedan mantener por largo tiempo un medio escrito, aunque su circulación sea elevada. El avisaje es fundamental y el sector privado, controlado por la elite económica, por razones obvias, no está dispuesto, por ningún motivo, a contratar servicios publicitarios en medios de otra ideología que no sea la propia.
La única solución que hay es permitir una distribución más equitativa del avisaje fiscal. Hablamos de una distribución estatal bien regulada y al margen de toda posibilidad de influencia que pudiese intentar ejercer el gobierno de turno sobre los medios. Sin embargo, no se quiere comprender que la concentración de medios de comunicación –el monopolio informativo de la derecha económica- va matando lentamente la democracia que, contrariamente a la enseñanza y experiencia del pasado, debe revisarse y perfeccionarse todos los días. Así lo recomendó, entre otros, el ya fallecido ex primer ministro alemán y gran demócrata Willy Brandt, Este monopolio, que valora positivamente la dictadura de Pinochet, está comprometido con la política de derecha, es opuesto a la Concertación, apoya la economía neoliberal como también una cultura conservadora, extiende además sus tentáculos hacia sectores como el radial, televisivo y también de Internet. No es casualidad que desde que recuperamos la democracia más de diez medios independientes hayan tenido que parar sus prensas por “default”. El tema del interés cero por el pluralismo es ya tan aburrido como el binominal que obliga a concurrir a votar a electores que saben de antemano que sufragando o no, los dos candidatos presentados (Concertación y Alianza) van a ser electos por si o por si en algunos distritos (Ej.: Valdivia 2005 Allamand y Frei), mientras el Congreso Nacional sigue funcionando sin tener la representación de todos los sectores políticos chilenos. ¡Muy malo para Chile!
_____________ (1) Informe Nº 1344- de la Fiscalía Nacional Económica a propósito de presentación de la presentación del director de la Revista Punto Final, Manuel Cabieses.
Walter Krohne, periodista ,
El Mostrador


Manuel Barrera: La Política Chilena en la encrucijada


Manuel Barrera Romero
La Política Chilena en la encrucijada TRANSICION, ELITES Y CIUDADANOS.

SANTIAGO, escrito en abril y revisado en junio de 2007.

Por distintas razones durante el año 2006 la coalición de partidos políticos que gobierna el país desde 1990, Concertación de Partidos por la Democracia (la Concertación), devino en una situación política crítica, la que aún no ha sido superada. Ello se ha expresado en múltiples conflictos al interior de los partidos y también entre ellos. Esta misma situación ha provocado indisciplinas en el apoyo al gobierno y una creciente desafección de la opinión pública. Ha coincidido esta crisis con un hecho históricamente notable en el país. Por primera vez, después de casi dos siglos de vida independiente asumió, en 2006, la Presidencia de la República una mujer, Michelle Bachelet Jeria. Con ello se ha enviado un poderoso mensaje democratizador a la sociedad y se ha facilitado la profundización de las tendencias a una mayor igualdad entre hombres y mujeres en los distintos órdenes de la vida social, familiar y económica. Se ha abierto también la posibilidad para un amplio cambio social. La histórica lucha emancipadora de las mujeres en la sociedad chilena ha dado, así, el mejor de los frutos en el ámbito político. En la actual coyuntura estos dos fenómenos –crisis en la coalición y gobierno de Bachelet- urgen tanto a los que actúan en la política como a los que lo hacen en el plano de la reflexión y la investigación social a realizar un esfuerzo a fin de analizar abiertamente las dificultades y de proponer al país un proyecto de esperanzas realizables. El objeto de este artículo es señalar algunos temas y trazar algunas líneas acerca de tal proyecto. Para ello se hará un escueto análisis de los aspectos más débiles del proceso de transición de la dictadura a la democracia en el entendido que la principal tarea de la Concertación fue, justamente, liderar este tránsito. Si tal proceso ha finalizado –con las tareas cabalmente cumplidas o no- la Concertación habría ya terminado su misión histórica primigenia y sería la hora de plantear un nuevo proyecto que la justifique ante una nueva realidad de un país transformado en lo político, en lo económico y en lo social.

Desmitificando la transición chilena

Se ha convertido en un lugar común en estos diez y siete años de gobiernos concertacionistas proclamar el carácter ejemplar de la transición chilena. El paso incruento de la dictadura a la democracia y la consolidación de la misma en los tres periodos presidenciales que siguieron al gobierno del General Pinochet serían, según esta visión, un proceso modélico. Son principalmente los dirigentes políticos de los partidos de la Concertación, más algunos analistas de la política los que adhieren a esta interpretación del devenir social y político del país. Cuando ya se ha iniciado el segundo año del cuarto gobierno de la Concertación, parece llegada la hora de discutir cuánto de verdad existe en esa afirmación y cuánto de ilusión hay en ella.

Naturalmente si se considera exclusiva o preferentemente los aspectos políticos y electorales hay que afirmar que el término del gobierno militar y el acceso a la dirección del Estado de un Presidente electo por voto popular implicó un logro histórico gigantesco para el país, que trajo libertad, mayor normalidad en la vida de los ciudadanos y, sobre todo, recuperación de derechos individuales y colectivos, especialmente cívicos, para millones de chilenos. Con el tiempo se ha producido una verdadera explosión de la libertad. Además de ello se ha obtenido un notorio progreso material en el país, especialmente en infraestructura física. La democracia y la acumulación capitalista han traído importantes y visibles transformaciones en variados ámbitos de la vida nacional. El Estado ha aumentado y perfeccionado sus políticas sociales, lo que ha resultado en una importante disminución de la pobreza. Las políticas fiscales y la apertura económica han permitido el crecimiento de la economía de un modo persistente. Nada de ello está en duda. Y es por todo eso que el país de hoy parece muy distinto al de ayer. No es la tarea de este texto resaltar esos logros sino, más bien, el contexto político y social en que ellos se dieron. (Los logros están documentados en forma entusiasta y amable en Patricia Politzer; Chile: ¿de qué estamos hablando? Retrato de una transformación asombrosa; Santiago: Editorial Sudamericana, enero 2006).

Para ir más al fondo de nuestra preocupación habría que hacer una reflexión de una temática más extensa a fin de entender por qué junto al mayor desarrollo social, político y material hay frustración en amplios sectores de la población y por qué el éxito de la coalición gobernante se acompaña con una crisis política que pone en duda su propia identidad.

Si la transición no tiene la ejemplaridad que se le atribuye habría que analizar por qué ocurre ello, cuales fueron las limitaciones históricas de su accionar o, si es el caso, cuánto de esas limitaciones están dadas por la naturaleza de la coalición, de sus propias limitaciones y errores políticos, y cuantas derivan de circunstancias imposibles de obviar.

Otro de los objetivos de un análisis del tema es visualizar si esta coalición puede seguir aportando a la democratización y al progreso de la sociedad chilena, es decir, qué podrían esperar los chilenos de ella en cuanto al mejoramiento de la institucionalidad democrática y a la solución de los problemas económicos, sociales y culturales, en una etapa ya avanzada del proceso histórico, distinta al de la década de los años 90´ tanto en lo nacional como en lo internacional. La revolución tecnológica, la globalización de la economía y los nuevos temas mundiales han colocado los problemas y sus soluciones en otro nivel. Algunas instituciones y personas pueden haber quedado obsoletas.

Un objetivo opuesto es evidenciar cuáles son los temas específicos en los cuales no es posible avanzar con esta alianza política. Así, por ejemplo, está probado por la realidad que en los llamados “temas valóricos” no se puede ir muy lejos. Algunos de ellos provocan tales dificultades que, según algunos dirigentes, es preferible para ellos dejar la Concertación a permitir siquiera que se discuta en el Parlamento una eventual ley sobre el aborto. “Es una incompatibilidad absoluta defender el derecho a la vida y estar en una coalición que respalda el aborto” (Declaraciones del diputado DC Patricio Walter; El Mercurio; 18 de noviembre de 2006). El punto es que si el aborto no puede discutirse porque la coalición se rompe hay que responder a la pregunta de qué pasa mientras tanto con las mujeres que mueren por practicarse abortos clandestinos. ¿Es justo socialmente, políticamente, éticamente olvidarse de ellas; poner la ley, y aun la discusión de la ley, en el congelador y seguir viviendo como si nada pasase sin incurrir en cargos de conciencia y renuncios políticos por ello?

A la muerte del General Pinochet todo el mundo democrático ha percibido –y en el exterior muchos han reclamado- que a pesar de los numerosos procesos incoados en su contra, no fue condenado por ninguno. Con razón las víctimas aún vivas, y los familiares de los muertos se lamentan frente al Poder Judicial por ello. ¿Pero es que la coalición gobernante, los mismos gobiernos, y los opositores en el parlamento y la prensa, son ajenos a esta denegación de justicia?

Los aspectos ligados a la economía y al modelo neoliberal implementado por la dictadura, y sus repercusiones en la vida de los chilenos, son otros de gran importancia a discutir. ¿Ha habido alguna transición al respecto, es decir, se ha pasado de un estado económico a otro? Pues eso es lo que significa transición. ¿En qué consiste ese tránsito si es que lo ha habido? En especial, cómo se ha conducido la distribución del ingreso entre las diferentes capas sociales y, en general, constatar si las oportunidades de vida han tendido a una mayor o a una menor diferenciación, entre los distintos sectores de la población. ¿La organización de la sociedad y de la economía ha permitido una mayor movilidad social ascendente y descendente o el sistema de clases sigue tan cerrado como fue tradicional en la sociedad chilena?

¿La vida cultural, los valores espirituales, el respeto del otro, la solidaridad humana, los derechos de las personas, la felicidad de los individuos son superiores ahora que antes? ¿Los chilenos somos mejores o peores seres humanos? Son aspectos menos objetivos y mensurables, por tanto, difíciles de dilucidar, pero que tienen gran importancia para la integración social y la vida cotidiana de las personas.

Una forma de enfocar estos análisis sería comparar la realidad social como era antes de 1990, al término del gobierno militar y cómo es ahora. Así se podría tener una tabla con los distintos temas poniendo a la izquierda el “antes” y a la derecha el “ahora”. Si se pudiese introducir cifras para los distintos fenómenos resultaría una presentación didáctica fácil de captar. Sin embargo, este método podría resultar poco analítico y probablemente nada de dinámico para una reflexión que tienda hacia el desarrollo futuro. Es preferible hacer un estudio histórico sociológico de las realidades políticas, al que puedan aportar distintos sectores: políticos, analistas, actores sociales.

Claros y oscuros de la transición chilena a la democracia

La aseveración de que la transición de la dictadura a la democracia ha sido ejemplar necesitaría justificarse tomando en su conjunto los fenómenos de la transición; el total de los procesos y de sus resultados. Enseguida se enumeran algunos de ellos:

a. El pacto entre el General Pinochet y su equipo, y los sectores democráticos fue un pacto entre cúpulas, entre los altos personeros de ambos lados. La opinión pública no tomó pleno conocimiento de la negociación y de los acuerdos entre el equipo del General Pinochet y el de la Concertación para el abandono del gobierno por parte de las Fuerzas Armadas. De las eventuales garantías (si las hubo) otorgadas por la oposición a la dictadura respecto de las acciones del gobierno militar, tanto en relación a los derechos humanos, las privatizaciones, las prebendas para el General Pinochet, sus familiares y allegados. Tampoco hubo pleno conocimiento sobre la gestación de los acuerdos en torno al status jurídico y militar que mantendrían en democracia Augusto Pinochet y su grupo de generales, y los otros Comandantes en Jefe de las distintas ramas de la defensa nacional y de la policía. Para el proceso de transición y la conformación de la sociedad post-gobierno militar el que el General Pinochet continuara como Comandante en Jefe del Ejército hasta el 6 de marzo de 1998, esto es, más allá del término del periodo del primer Presidente elegido fue un hecho decisivo, insoslayable en cualquier análisis serio del tipo de desarrollo social, político y económico posteriores.

La ciudadanía no conoció la discusión (si la hubo) sobre el reconocimiento de legitimidad de las leyes dictadas en los últimos días del gobierno militar, luego de perder las elecciones presidenciales. Tampoco conoció el contenido de las leyes secretas dictadas durante el gobierno militar.

Tampoco fueron de dominio público las relaciones que se establecieron en los hechos entre los primeros gobiernos de la democracia (Alwyn y Frei) y la Comandancia en Jefe del Ejército. Las disponibilidades presupuestarias de los Jefes de las Fuerzas Armadas y el tipo de control por parte de los organismos del Estado incluyendo los dineros provenientes de la minería del cobre.

Naturalmente, el abandono del gobierno por las Fuerzas Armadas fue un proceso negociado, en el cual cada parte ponía sus condiciones. Las condiciones convenidas dependían del poder real y/o virtual de cada sector. No hay otro modo de realizar un traspaso pacífico del poder. Sólo los que participaron directamente en el proceso (y la historia en el futuro) nos podrán decir si el sector democrático evaluó correctamente o no la fuerza de su legitimidad democrática, es decir, si cedió más allá de las potencialidades de una eventual movilización social pacífica, aunque ambiciosa. Cuando decimos que la opinión pública no tomó pleno conocimiento del conjunto de la negociación no estamos diciendo que debió necesariamente hacerlo en ese momento histórico, sino que el hecho fue tal, aunque eventualmente pudo no serlo.

b. La sociedad chilena no conoce las razones de la incapacidad del Poder Judicial para juzgar al General Pinochet. La ciudadanía no tomó pleno conocimiento de las razones del gobierno democrático para su rescate respecto de la justicia internacional encarnada en el juicio del juez español Baltasar Garzón.

c. Las privatizaciones de las grandes empresas del Estado, realizadas por la dictadura que enriquecieron a algunos de sus más connotados personeros. Bajo qué condiciones se realizaron y cuál es la evaluación de ellas. Todo ello ha quedado bajo un manto denso de olvido y misterio, es decir, transparencia cero.

d. Reparación a las víctimas de los derechos humanos. En algunos aspectos ha habido medidas reales de reparación y, en otros, simbólicas. Sin embargo, en un tema crucial desde el punto de vista del empleo, la seguridad económica y el honor de las personas, como el de la reincorporación de los exonerados, las políticas han sido discriminatorias. ¿A quiénes se reincorporó? Es clara la reincorporación de las elites políticas a sus mandos: ministerios, embajadas, senadurías, diputaciones, liderazgos en los partidos, pero no ha sido así con los cientos de miles de exonerados de empresas privadas, de universidades y de la administración pública.

e. El sistema político. En lo esencial sigue vigente el diseño realizado por el gobierno militar, aunque con importantes modificaciones acerca de la composición del Senado, logradas avanzada ya la transición, pero no antes del bochorno democrático que significó la incorporación del General Pinochet al Senado en calidad de “senador vitalicio”, el 11 de marzo de 1998. El sistema electoral binominal continúa. La derecha ha estado en el Parlamento ejerciendo un poder político durante toda la transición, en una cuota superior a la correspondiente a su acervo electoral. El cuerpo electoral es restringido, ya que no existe la inscripción electoral obligatoria y muchos jóvenes no están suficientemente motivados para hacerlo en forma voluntaria. Por otro lado, Chile es de los pocos países democráticos cuyos ciudadanos que viven en el extranjero no pueden ejercer el derecho al sufragio en el país de residencia, ni aún los empleados públicos que deben vivir en el exterior, en razón de sus funciones. En cuanto a la duración del periodo presidencial se produjo una reforma regresiva durante el mandato del Presidente Lagos: cuatro años sin reelección, lo que ha provocado que la vida política gire permanentemente en función de la próxima elección presidencial con todo el coste político que ello implica. El mayor logro político-electoral de la Concertación es haber ganado todas las elecciones realizadas desde el retorno a la democracia.

f. Medios de comunicación. Todos los medios de comunicación influyentes y poderosos son de derecha, de oposición a los gobiernos democráticos. La salvedad es TVN que por ley debe ser políticamente “imparcial”. La Concertación fue incapaz de mantener siquiera los medios que funcionaron con tantas dificultades durante la dictadura o de crear otros. ¿A dónde van los miles de millones de pesos que los organismos del Estado y las empresas públicas gastan en publicidad? En su mayor parte a la prensa escrita de oposición. Lo grave es que ella es el principal instrumento de que dispone la derecha para imponer la agenda política en la coyuntura al país. Y así lo hace de modo sistemático y exitoso, sin contrapeso importante.

g. Modelo económico. ¿Tenemos un modelo económico diferente al del gobierno militar? ¿La estrategia de “crecimiento con equidad” tiene un correlato con la realidad? ¿Qué cifras avalan la transición de un modelo a otro? ¿El modelo económico no se sustenta para su éxito en los grandes conglomerados, nacionales y extranjeros, en su capacidad de inversión, en su incorporación de tecnología y en sus capacidades de gestión con un papel muy secundario en la economía de las medianas, pequeñas y microempresas? ¿El Estado subsidiario ha experimentado cambios importantes? La Concertación ha realizado notables esfuerzos para dar protección a los sectores de mayor pobreza, pero en lo esencial el actual modelo económico es más parecido al del gobierno militar que a cualquier otro. Está basado en la explotación por parte de las grandes empresas de las riquezas naturales. Los servicios, el comercio y la banca tienden a la concentración en grandes empresas, con elevados márgenes de ganancia. Es así como el crecimiento del país durante 2006 fue mediocre, pero las ganancias de las grandes empresas, de la banca y la bolsa fueron sobresalientes. La economía estatal es francamente minoritaria. El Estado concentra sus esfuerzos en la regulación con éxito relativo. Los nuevos temas (medio ambiente, competencia, nuevas tecnologías, desarrollo sustentable, estrategia de desarrollo industrial) no se han instalado claramente en la realidad nacional. Hay dirigentes políticos dentro de la misma Concertación que han hecho de su crítica al modelo y de la necesidad de su corrección su “caballito de batalla” personal, con lo que afianzan su liderazgo tanto al interior de su partido como entre sus electores. Una crítica al modelo de desarrollo consolidado por el gobierno militar en la década de los 80’s del pasado siglo y su impacto en los sectores populares, aún hoy día perdurable, fue realizada por el autor. (Véase Manuel Barrera; “Macroeconomic Adjusment in Chile and the Politics of the Popular Sectors” en Philip D. Oxhorn y Graciela Ducatenzeiler (editores) What Kind of Democracy? What Kind of Market? Latin American in the Age of Neoliberalism; Pennsylvania: The Pennsylvania State University Press: 1998; pp. 127-149).

h. ¿Cuáles son las relaciones entre la dirigencia política y el gran capital? Es natural y explicable que en una economía basada en la inversión de las grandes empresas los gobernantes tiendan a mantener cordiales relaciones con el gran empresariado. Pero ello puede distorsionar la política del Estado en temas tales como impuestos, redistribución del ingreso, políticas de precios, de competencia, del trabajo ¿Cuál es la fuerza del entramado social, económico y político que tiende a establecerse entre la elite política y el gran capital en periodos históricos de potente acumulación de capital y nula redistribución del ingreso? Hemos observado, por ejemplo, que connotados antiguos revolucionarios se han convertidos en asesores de grandes empresas. En los últimos años, se ha asistido a una constante cooptación por parte del gran capital de importantes personalidades políticas de la Concertación. Así lo afirma el Senador Adolfo Zaldívar, ex Presidente del principal partido de la coalición: “Por eso, la derecha económica ya no busca a la derecha política: ¡sus mejores abogados y lobbistas están en la Concertación! Esta representa hoy sus intereses. Y por eso es que cuando dejan de ser ministros se van a los directorios…” (El Mercurio; Santiago: 18 de abril de 2007; p. D 14.)

Circula la hipótesis en los ambientes más izquierdistas de que la Concertación ha sido, voluntariamente o no, una mejor administradora del modelo neoliberal que los que desconocen los problemas sociales, como los economistas del régimen militar. En todo caso grandes empresarios declaran que a ellos les ha ido bien con la Concertación. Ello, de por sí, no estaría mal si los medianos y pequeños dijeran lo mismo.


i ¿Se ha generado una renovación de las dirigencias políticas? ¿Ha habido con la democracia una explosión de la participación política de aquellas capas sociales que estuvieron excluidas durante el gobierno militar? ¿Es que la lucha contra la dictadura que se realizó en el país dio origen a un potente liderazgo político masivo, popular o es que el liderazgo principal es el mismo del de la década de los 60’ y primeros 70` que ya participó de los gobiernos de Frei Montalva y Allende y/o de los Parlamentos de la época.? El movimiento popular durante los largos años del gobierno militar se organizó en numerosas organizaciones: sindicatos; juntas de vecinos; ollas comunes; ONG´s de estudio, de capacitación y de solidaridad; en las llamadas organizaciones económicas populares; en las comunidades cristianes de base, etc. Ahí se generó un multitudinario liderazgo popular, cuya expresión más dramática fueron las decisivas protestas callejeras en contra de la dictadura, pero cuya actividad fue cotidiana. Eran tiempos en que se manifestó una sociedad civil variada y potente que con la llegada de la democracia tendió, extrañamente, a desaparecer para dar paso a una excluyente sociedad política. Porque hay que decirlo claramente, mientras la dirigencia política estaba en el exilio aquí al interior del país la esperanza popular no se dejó abatir. ¿Qué pasó con estos líderes populares, por qué no accedió ninguno a las responsabilidades superiores del Estado durante los gobiernos democráticos? En Chile no ha sido posible ni lo será, quizás, en decenios un (o una) Luiz Inácio Lula da Silva en la Presidencia del país. Fue más fácil para una mujer que para un(a) obrero(a) dirigente de organizaciones populares. En este periodo han aparecido algunos nuevos rostros en la política tanto en la derecha como en la izquierda, pero frecuentemente son familiares de antiguos dirigentes políticos. Como muchos analistas han apuntado, la política chilena fue, es y si no se realiza una drástica intervención en los partidos, seguirá siendo bastante endogámica. Y, como es fácil imaginarse, la endogamia y el nepotismo son primos hermanos. Así el Poder Político reside hoy, tal como en el Chile premoderno, en unas pocas familias de derecha y de izquierda, de clase alta y de clase media alta, las que vienen mandando este país desde hace décadas. Por ello, entre otras razones, la transparencia en las decisiones de los partidos es nula. Y esta es una de las mayores deudas de nuestra democracia, la que en teoría ha planteado la transparencia como postulado para que el ciudadano pueda participar en la política, incluyendo el proceso de toma de decisiones. Esta falta de renovación ha significado una cuasi captura de parte de ciertos individuos y familias de los más altos cargos del Estado. Los nombres de la elite de la Concertación en los altos cargos se repiten desde1990 hasta el día de hoy, ad nauseam,

Las personas que permanecen en altos cargos del Estado por 10 o más años logran acumular una considerable fortuna. Privilegiados trashumantes de organización en organización, de país en país, de función en función como verdaderos genios renacentistas. Algunos se hacen millonarios…en dólares, incrementando así las desigualdades y privilegios tradicionales en el país. Y lo mismo sucede con aquellos que salieron del “servicio público” después de haber sido ministros o vice ministros de Estado e ingresan a las grandes empresas privadas en calidad de consejeros o como consultores. Ex altos funcionarios estatales de la Concertación han incorporado a nuestro mercado laboral una innovación que desmiente su fama de mercado de poca flexibilidad: la de lobbista, con buenas ganancias económicas. El tramado ocupacional tradicional de la elite de la Concertación era Estado- ONG´s bien financiadas-Organismos Internacionales. Hoy se agregan los directorios de grandes empresas económicas. Y nadie quiere salir de este circuito ni aún en edades provectas.

Los nombramientos en los altos cargos del Estado en ocasiones no se correlacionan con las capacidades específicas del privilegiado. Así se pueden observar nombramientos de personas que por personalidad, trayectoria o formación son lo menos indicadas para el importante puesto para el que se les designa. En el primer gobierno de la Concertación se dio el caso del nombramiento de un destacado experto en Derechos Humanos, con larga trayectoria en la prestigiosa Comisión del mismo nombre como Ministro de…Transportes. Personas conocidas en los medios políticos como conflictivas, desatinadas, capaces de decir cualquier desacierto en voz alta han sido nombradas como….embajadoras. Al respecto se podrían dar muchos otros ejemplos. Al parecer es más importante en los nombramientos el status que se tenga en el partido, y las relaciones y ambiciones personales que los méritos del agraciado para la función que desempeñará.

La transición está en deuda en este sentido. Los nombramientos han sido por cuoteo político como la norma orientadora. Ello explica, en parte, las actuales dificultades. Es muy difícil conciliar servicios o lealtades a pagar (o a conquistar) por parte del que decide, cuotas de los partidos, cuotas de las tendencias al interior de los partidos, las ambiciones personales de los candidatos, sus relaciones con los altos dirigentes partidarios, sus antecedentes y experiencias profesionales, y las necesidades del cargo. La política de paridad entre hombres y mujeres en el ministerio de la Presidenta Bachelet ha sido una innovación que podría variar, en parte, esta conducta a pesar de la porfiada ley de hierro del cuoteo partidista todavía vigente y causante de no pocos problemas para la Presidenta. De todos modos se puede afirmar que el campo de reclutamiento de los altos funcionarios ha estado reducido a la elite política quedando fuera de dicho campo muy amplios sectores sociales.

j. Las desigualdades entre pobres y ricos han aumentado. A pesar de las políticas sociales a favor de los pobres las desigualdades económicas entre los ricos y los pobres en vez de disminuir han aumentado. Hay suficiente evidencia estadística al respecto. En este sentido el mercado le ha ganado al Estado. Se ha obtenido éxito en batallas contra la pobreza, aunque no todos los prometidos. Por ejemplo, el Presidente Frei prometió al inicio de su mandato eliminar la extrema pobreza, o indigencia, y al término del mismo se contabilizaba un mayor número de extremadamente pobres que seis años atrás, cuando inició su gobierno. Naturalmente que su promesa surgió de un desconocimiento del fenómeno por parte de sus asesores. Doce años más tarde, el 21 de mayo de 2006, la Presidenta Michelle Bachelet prometió que para el 2010 habrá “indigencia cero”. Es de esperar que los actuales asesores hayan aprendido la lección y que ahora sí se desplieguen las diversas iniciativas necesarias para alcanzar ese logro nada de fácil. (Es de suponer, en todo caso, que la expresión usada por la Presidenta no debe entenderse en su sentido literal, ya que ello es imposible dada la actual realidad social de nuestro país). También las diferencias que ocurren entre trabajadores de distintas sectores económicos, han aumentado como, quizás, nunca antes. Véase el ejemplo de los trabajadores del cobre en relación a los del comercio, la construcción, el sector agrícola y el servicio público. También las diferencias entre el empleo formal y el precario. Y al interior de las empresas entre los altos ejecutivos y el resto.

Respecto de la situación de los trabajadores, de sus condiciones de trabajo y de vida los gobiernos democráticos han hecho grandes esfuerzos, especialmente en la legislación correspondiente, aunque es difícil señalar cuanto impacto tiene la ley en el mundo real. En Chile en materia del trabajo desde siempre se ha confiado demasiado en la legislación en perjuicio de la realidad. El mayor problema del país en el orden laboral no es la falta de leyes; es el escaso cumplimiento de la ley. Con todo es necesario evaluar las respectivas políticas y averiguar el por qué a pesar de ellas la distribución del ingreso es tan regresiva ahora como en 1990.


k. Conservadurismo valorativo. Para adelantar en el proceso de modernización del Estado, de la sociedad y de la vida cultural, que en muchos aspectos tuvo un fuerte retroceso durante el gobierno militar es necesario avanzar persistentemente en la laicidad tanto del Estado como de la vida social, a fin de terminar con la confusión religión/política. Sin ello seguiremos siendo una de las sociedades más conservadoras de la región y correremos el riesgo de ser comparados con culturas fundamentalistas ajenas a la tradición democrática y racionalista del mundo occidental. Una de las últimas leyes dejadas como herencia de la dictadura a la democracia fue la prohibición del aborto terapéutico. Y esa prohibición aún está vigente. “Prácticamente todos los países de América tienen leyes sobre el aborto terapéutico que datan, algunas, del año 1870.” (Mirta Roses, Directora de la OPS; El Mercurio, 18 noviembre, 2006). Esas leyes tratan de salvar vidas humanas. La mortalidad materna no ha disminuido en Chile. Está estancada. La causa de la mayoría de estas muertes es el aborto provocado, realizado en malas condiciones, clandestinas. De hecho en Chile se estima que uno de “cada tres embarazos termina en aborto, con un total aproximado de 160.000 abortos inducidos al año. Abortan mujeres pobres y acomodadas, mujeres adultas y adolescentes, mujeres con estudios y con escasa escolaridad, mujeres que profesan una religión y no creyentes. Pero son las más pobres las que arriesgan sus vidas en procedimientos totalmente insalubres y peligrosos, y las que pueden ser encarceladas” (Adriana Gómez, Red de Salud de las Mujeres, El Mercurio, cartas al director, 19 noviembre, 2006). Por otro lado, está comprobado que son hijos que nacen bajo las leyes que sancionan el aborto los que, de mayores, pasan a practicar la delincuencia como forma de vida, convirtiéndose en drogadictos y delincuentes y, muchas veces, en asesinos. (Véase al respecto el análisis de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner; Freakonomics; Barcelona: 2006. Capítulo 4 “¿Adónde han ido todos los criminales?; pp.123-150).

En cuanto al conservadurismo valorativo, tan estimado durante el gobierno militar, no se ha producido un cambio significativo en la cultura oficial. Todavía existe la necesidad, pero en muy pocos la voluntad, de luchar por una sociedad civil culturalmente más libre, menos sometida a los valores tradicionales de los grupos dominantes en nuestra cultura. La laicidad es un valor de la modernización que no ha penetrado en Chile. El proceso de separación de la Iglesia y el Estado que comenzó en la tercera década del Siglo XX no se ha completado. La Iglesia, que tiene todo el derecho a guiar a sus fieles de acuerdo a sus creencias, no renuncia a imponer sus valores a toda la sociedad y al Estado, para lo cual no tiene ningún derecho.

Lo anterior se ve reflejado claramente en la mentalidad de muchos políticos. Actúan en la vida pública, al interior de las instituciones políticas del Estado, de acuerdo a sus convicciones religiosas en desmedro de la realidad social, que a veces significa vidas humanas en peligro o situaciones sociales altamente riesgosas para grandes sectores de población. A veces no distinguen sus creencias de las políticas del Estado ni aun los parlamentarios, que deben legislar para el total de la comunidad nacional.

Por otro lado, muchas personas atentas observan que el chileno se volvió, desde los años 70´s hasta ahora, más egoísta y menos solidario; más materialista y menos idealista; más vulgar y menos educado; más ramplón y menos espiritual. Consumista, endeudado y angustiado en gran proporción, según varios estudios. Es decir, el conservadurismo valorativo no ha demostrado que convierta en mejor la vida de las personas y de los grupos sino en todo lo contrario. Un hecho que llama la atención de extranjeros que visitan el país, y que no está desligado de lo anterior, es la proliferación de farmacias que existen en nuestras ciudades y que ellas, curiosamente, estén siempre muy concurridas. En el Chile anterior había más bares y librerías que farmacias en nuestras urbes, hoy la modernidad nos ha traído la novedad que los medicamentos, por su superior demanda, son mejor negocio. Curioso cambio tanto económico como cultural. Nuestro amigo de juventud, el poeta Jorge Teillier, con dificultad habría cumplido su sueño en el Chile de hoy:

“Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto”

l. El distanciamiento de las elites. Las elites, tengan su soporte en el poder económico, en el poder y las relaciones políticas, en las relaciones familiares, o en las de amistad y asistencia mutua, conforman en Chile otra sociedad, distante y distinta a la sociedad conformada por el hombre común. Viven en barrios segregados, algunos verdaderos refugios. Sus hijos van a colegios especiales. Su estilo de vida es semejante al de los ricos de los países desarrollados. Adoptan modas, valores y bienes según su percepción de la elite internacional. Si pudiésemos medir el poder social, político, económico y cultural es obvio que la transición chilena no significó que los sectores pro dictadura de la elite (gran mayoría) perdieran su poder sino que simplemente lo disminuyeron, quizás, en una pequeña proporción. Estas personas y los estratos sociales correspondientes quedaron, y siguen estando, muy fuertemente asentados en la sociedad, en la economía, en la institucionalidad política y, muy especialmente, en los medios de comunicación. Ello debido en buena parte a que la relación entre el Estado, los partidos políticos de centroizquierda y los sectores populares que existía bajo el modelo de desarrollo anterior al gobierno militar, fue cambiada drásticamente por las reformas neoliberales. Y estos cambios sobreviven en democracia. Este punto se analiza, en detalle, en un trabajo escrito por el autor. (Manuel Barrera; “Political Participation and Social Exclusion of the Popular Sectors in Chile” en Philip Oxhorn y Pamela K. Starr (editores); Markets and Democracy in Latin America. Conflict or Convergence?; Boulder y Londres: Lynne Rienner Publishers; 1999; pp. 81- 102).

En cuanto al Poder la transición no ha significado, pues, el paso de un estado de situación a otro. Sólo ha habido transición en cuanto unas personas reemplazaron a otras en el sector ejecutivo del gobierno del país, mediante elecciones, pero no mucho más. Si el gobierno militar tenía un poder duro y extenso el gobierno democrático ha tenido un poder blando y limitado. Ello explica muchos de los incumplimientos, deudas, faltas, renuncios, dificultades de los gobiernos democráticos para gobernar, aunque no todos.

Si comparamos el cambio que hizo en el país el gobierno militar con el cambio realizado por la Concertación deberíamos afirmar que el del gobierno militar fue mayor, más profundo y, quizás, de mayor impacto en las estructuras de la economía, la sociedad y la cultura. El hecho de que algunos de los que fueron los líderes más progresistas de la Concertación se estén incorporando al establishment del gran capital es un importante indicador de la penetración de esos cambios. De modo que la transición de la democracia a la dictadura –en el sentido de la consolidación de una sociedad autoritaria y excluyente- fue más completa que la transición de la dictadura a la democracia. Ello explica que la derecha no tenga aún plena legitimidad democrática y que pierda todas las votaciones generales. No la tiene porque, en lo profundo, sigue estimando (algunos) y añorando (otros) la obra del gobierno militar y al gobierno militar mismo, ya que para muchos su status actual deriva de él. Es su drama, pero también es el drama del país ya que la alternancia en el poder es teóricamente conveniente para la democracia, a condición de que todos los contendientes tengan credenciales democráticas.

El ciudadano común está separado de estas elites por su experiencia de vida y de trabajo, por su habitat, por su capacidad de compra, por las asperezas con que vive sus enfermedades y los esfuerzos por enfrentarlas. Y, recientemente, por las penosas condiciones en que debe movilizarse en la ciudad de Santiago. La vida del ciudadano común está marcada por la incertidumbre, por la necesidad de preservar su trabajo, a veces oprobioso; por sus expectativas de poseer una casa propia, de que sus hijos estudien y obtengan un trabajo en su futuro. Sus alegrías cotidianas giran en torno del partido de football, el pago del salario de fin de semana o de mes, el plato de comida, el trago de cerveza, la vida familiar. La experiencia del desempleo, de la exclusión, de la pobreza prolongada induce a algunos al robo ocasional, primero, y con el desempleo prolongado y el estímulo del alcohol y la droga, a la delincuencia como estrategia de sobrevivencia permanente. Los hijos pueden abreviar el ciclo si, iniciados por los padres y hermanos mayores, ahorran el tiempo de búsqueda de trabajo y de robos menores y pasan directamente, con capacitación incluida, a la vida delictiva como actividad permanente. Es muy claro que el lujo ostentoso; la economía de libre mercado con su persistente, excesiva y sexualmente exuberante publicidad; los malls, catedrales del consumo que reúnen ocio, sociabilidad y comercio en un mismo recinto, son como el llamado de la selva para los instintos consumistas de todos, incluyendo a los que no tienen dinero para pagar y que poseen capacidad delictiva. Ven en la posibilidad del delito su ventaja comparativa para hacerse de dinero y tener la posibilidad de experimentar algún atisbo de la de vida de la elite. La existencia de la elite ostentosa y socialmente indolente es condición que estimula la existencia de la delincuencia profesional.

¿Podría existir nuestra elite socialmente indolente y dispendiosa sin la pobreza, la exclusión, las desigualdades inicuas? No podría existir. Una sola razón: para eliminar la pobreza y las desigualdades en Chile se necesita del un enorme esfuerzo en materia de educación, vivienda, alimentación, trabajo digno (que incluya el respeto a los derechos fundamentales de todos los trabajadores) y un enorme esfuerzo en salud, por cierto, mucho más de lo mucho que se ha hecho en los últimos años. Y todo ello requiere bastante dinero y ese dinero hay que obtenerlo desde donde él está. (Una propuesta inteligente e informada a los fines de mejorar nuestra pobrísima perfomance en materia de igualdad de oportunidades se lee en Eduardo Engel y Patricio Navia; Que gane “el más mejor”. Mérito y competencia en el Chile de hoy; Santiago: Random House Mondadori S.A.; agosto 2006.

m. Sistema tributario. Es un sistema que recolecta impuestos principalmente través de los impuestos indirectos, como el IVA, que paga toda la población. Las empresas y las grandes fortunas individuales tienen variados mecanismos de evasión y de elusión de impuestos tanto de los directos como de los indirectos. Proporcionalmente son las clases bajas y medias las que pagan más impuestos en Chile. La Concertación no ha tenido la fuerza (¿tampoco la decisión?) para variar substancialmente esta situación. En este respecto no ha habido transición de un sistema a otro. Tampoco está en la agenda del cuarto gobierno de la Concertación, según las declaraciones oficiales, proponer un cambio de fondo en los tributos de empresas y personas.

n. El ciudadano y la lenta modernización de las organizaciones públicas y privadas. La democratización posibilitó que las relaciones entre el ciudadano común y las organizaciones sufrieran un cambio en el sentido de una mayor consideración y respeto hacia el primero. Pocos dirían que ha habido un cambio favorable generalizado, aunque ahora hay más oportunidades de reclamar los derechos sobre todo en relación a las organizaciones públicas. No obstante, cualquiera puede darse cuenta por su experiencia personal que en materia de eficiencia en la atención del ciudadano hay mucho que avanzar. Las grandes empresas privadas que atienden público tienen un déficit de capacitación de la fuerza de trabajo enorme así como de gestión de personal. Han priorizado la presentación de los locales, los aspectos más exteriores, pero no la prevención de los problemas de las personas o la solución de los que se presentan. Curiosamente el arribismo y la cursilería llegan a tal punto que todos los empleados (hombres y mujeres) que atienden público se denominan ejecutivos/as. Pero en muchas ocasiones nadie sabe como resolver una situación. Y ninguno puede decidir o ejecutar nada. Esto lo han experimentado miles de personas en las empresas de telefonía móvil, por ejemplo. Modernidad por fuera, pre modernidad por dentro. Las ineficiencias organizacionales traen costos para el ciudadano o cliente. Así sucede con los bancos. También con las de salud, entre otras. Es frecuente, por ejemplo, que una clínica emita un programa o bono Fonasa a ser tramitado en una oficina de esta organización. Pero en ocasiones el programa es mal emitido y el paciente no puede comprar tal bono o programa, a pesar de su viaje y, a veces, de una larga espera. El problema no se resuelve entre la Clínica que cometió el error y el Fonasa sino que es el enfermo el que debe trasladarse otra vez entre una y otra organización con los papeles y su enfermedad a cuestas. En la era de la informática es el enfermo el que corre con el costo de las ineficiencias de ambas organizaciones que no han ideado en común una manera de evitar sus propios errores o de paliar su impacto. Nada de esto contribuye a la felicidad de las personas. Hay organizaciones públicas que han avanzado enormemente en su relación con el público utilizando las nuevas tecnologías, pero otras no lo han hecho. En todo caso, una reforma integral del Estado, que asegure transparencia, probidad, eficiencia, responsabilidad y evaluación funcionaria es indispensable no sólo en su relación con los ciudadanos sino, además y principalmente, en cuanto al cabal cumplimiento de su misión. Sin esa reforma se seguirán desperdiciando ingentes recursos humanos y financieros, cuya cuantía es difícil de imaginar para quienes no conocen de cerca el “servicio público”.

El ejemplo del servicio exterior, y en particular el de las embajadas, es un aspecto muy nítido de la falta de modernización de importantes funciones que son centrales para la inserción del país en el mundo moderno. Me refiero a un aspecto institucional tan conocido como descuidado por el Ministerio y a una función a la fecha no asumida: el clima humano y organizacional que se vive en nuestras embajadas alrededor del mundo, y el papel del país en la discusión de los problemas que preocupan a la comunidad internacional.
La administración de nuestras relaciones exteriores es muy parecida a la de los institutos armados sin que ello se justifique. En efecto, el gobierno de las embajadas se guía por el principio autoritario del mando único, irrefutable e indiscutible del embajador. Esta autoridad tiene todas las prerrogativas del mando y los demás funcionarios ninguna. Ello se refuerza dado que la comunicación escrita y telefónica oficial con las jefaturas de Santiago es monopolizada por el embajador. La consulta a los demás funcionarios de la organización, aún en temas especializados, esfacultativa. El embajador monopoliza el poder, él decide sobre todo, lo importante y lo minúsculo. Es probable que algunos no tengan conciencia de lo beneficioso que es para toda organización el trabajo coordinado del grupo profesional, incluyendo la misma satisfacción laboral de los participantes. Pero hay embajadores (as) que prefieren el lucimiento personal y/o la imposición de la autoridad a la tarea bien realizada en beneficio del país y, por ende, de su propia misión diplomática.
Por otro lado, en materia de salarios y granjerías prima el principio de a mayor desigualdad tanto mejor. En efecto, el embajador tiene por lejos del segundo, el mejor sueldo y granjerías exclusivas: casa (muy buena),auto (a veces autos), chofer, empleadas domésticas, personal administrativo a su exclusiva disposición. Periódicos, celulares ycomunicaciones gratis. Además, y sin que esta enumeración sea completa, posee, exclusivamente, gastos de representación a su libre disposición. Algunos privilegiados permanecen largos años (diez o más) en este cargo como verdaderos tapones en relación a las posibilidades de ascenso del resto del personal diplomático. Y algunos de estos privilegiados son “embajadores políticos”, es decir, provienen del mundo de los partidos y no de la planta del servicio exterior.

Todo lo anterior hace que el clima social, psicológico y de trabajo que impere en las embajadas depende, en medida absoluta, de la personalidad y psicología del embajador. Esto más allá que éste sea "de carrera" o "político". Una persona hosca y autoritaria puede hacer la vida imposible a profesionales que están, con sus familias, lejos de la patria. Hay funcionarios diplomáticos que han debido soportar a lo largo de su carrera a embajadores de comportamiento insoportable y, por desgracia, algunos ni siquiera conocen otra experiencia y puede ocurrir que nunca la conozcan, de modo que si llegan a la jerarquía máxima de su carrera repetirán el mismo comportamiento autoritario y arbitrario. Agrava esta situación el hecho de que cada año es el mismo embajador quien los califica. Es una situación de anomia total que la sufren en su pellejo a veces destacados profesionales y, lo que es más injusto, sus familias. No hay normas de cumplimiento obligatorio acerca de una preocupación por una convivencia agradable de estos grupos familiares que viven lejos de la patria.
Por todo ello, el nombramiento de embajadores es una tarea muydelicada. No basta que alguien sea un(a) influyente político(a), que seade sexo femenino o masculino, o que sea un(a) funcionario(a) con larga trayectoria en el servicio exterior. Es muy importante que esta persona posea una personalidad equilibrada, ni neurótica ni autoritaria y que tenga una alta moral para no aprovecharse del poder indisputable que se le otorga y de las granjerías que el Estado le costea. También es de relevancia que tenga no sólo un elevado grado de conocimiento sobre el contenido de su tarea sino también una cultura general más alta que la del promedio nacional. Una virtud esencial es la capacidad para dirigir, armónicamente, equipos de trabajo. En resumen, ni neurótico(a), ni egocéntrico(a), ni aprovechador(a), ni ignorante. Tengo la impresión que en los nombramientos que habitualmente realizan los gobiernos de nuestros representantes en el exterior no se toman en cuentas estas consideraciones, a pesar de las numerosas y tristes experiencias que, al respecto, tiene el Ministerio del ramo. Por lo cual si el nombramiento es adecuado o no es una cuestión que queda al azar, con el consiguiente costo para la calidad del trabajo y para el prestigio del país.

Otro aspecto en que está en deuda el Ministerio de Relaciones Exteriores y, en general, el gobierno mismo es la adecuada organización y capacitación a fin de realizar, en forma permanente, aportes a la comunidad internacional en los temas que están en discusión en ella. No se trata de saber la opinión del Ministro o del Subsecretario acerca de temas tales como el calentamiento global, el trabajo infantil, la sociedad de la información, la pobreza y el desarrollo científico, u otros. Se trata de los aportes permanentes que los representantes del país realicen en los foros especializados en los se discuten estos temas. La inserción del país en el proceso de globalización no es sólo una cuestión de más exportaciones y más importaciones. Es también la participación informada en la discusión de los variados problemas del mundo de hoy. En relación a estas cuestiones hay tres países en América Latina que tienen voz, en todos los asuntos o en algunos de ellos. Son Brasil, México y Argentina. Chile no realiza aportes o no tiene opinión o los delegados que concurren no están preparados. Es algo un tanto dramático porque el resto de los países, especialmente (pero no únicamente) del continente latinoamericano, esperan que Chile sostenga alguna posición y ayude a enriquecer el debate internacional. Están acostumbrados a leer o escuchar elogios sobre el crecimiento económico del país y el funcionamiento de sus instituciones democráticas. No es un asunto de más o menos presupuesto ya que delegados de Chile están presentes, sean permanentes u ocasionales, en casi la totalidad de las conferencias, reuniones o asambleas que se organizan. Es que simplemente no hablan, se ausentan de las reuniones, se retiran antes de la finalización del evento o no tienen claridad sobre la posición del país. La experiencia de muchos funcionarios del servicio exterior que deben asistir obligadamente a estos eventos es que piden al Ministerio una orientación acerca de los temarios a tratar y nunca les llega una respuesta.

Es de necesidad imperativa de los tiempos que corren realizar una pronta modernización de este Ministerio en cuanto a política de recursos humanos (remuneraciones, normas sobre el escalafón, régimen de jubilaciones, destinaciones, sistema de calificaciones); también en lo referente al nombramientos de embajadores (no necesariamente a cargo del Senado y el Ejecutivo, porque ello no asegura el término ni del cuoteo político ni de la acción de las redes endogámicas); normas democráticas sobre el gobierno y administración de las embajadas y misiones; incorporación del país a la discusión sobre los problemas que preocupan a la comunidad internacional y el modo de enfrentarlos. Para subsanar esta deficiencia se requiere un trabajo de coordinación permanente del Ministerio con diversas reparticiones del Estado, con Universidades y diversas otras organizaciones de la sociedad civil, gremios y sindicatos y, en ocasiones empresas económicas. Hasta ahora ello se ha realizado en forma superficial y con un resultado totalmente inútil.
ñ.- Significativos esfuerzos se han hecho durante estos años de gobiernos democráticos para ampliar y mejorar las políticas sociales del Estado. Tanto en salud, vivienda, empleo y relaciones laborales, capacitación y previsión se ha avanzado, o se está en vías de hacerlo. En cuanto a educación se ha invertido mucho dinero para ampliar la cobertura hasta límites inéditos en todos los niveles. Sin embargo, la calidad de la educación no ha mejorado substancialmente, quizás, debido a que a pesar del tiempo transcurrido la actual matriz educacional del país es, en lo esencial, la heredada del gobierno militar. No ha habido una transición de un sistema educacional a otro. El régimen dictatorial concibió el desarrollo educacional, igual que el de otros sectores, como un negocio de los privados, los que orientados por el afán de lucro podrían ganar dinero ofreciendo teóricamente oportunidades educacionales de calidad. Algo semejante a su política de salud, lo que ha significado una gran diferenciación y estratificación sanitaria y educacional, según niveles de ingreso de las familias, y buenos negocios para los respectivos inversionistas. La clase media, en especial, resiente los altos costos de la educación privada y de la salud. Todos resienten los altísimos precios de los medicamentos. Hay medicamentos en el mercado nacional que tienen un costo de $207.600 los 30 comprimidos; se usan en tratamientos de larga duración, para mayor desgracia de los enfermos. Ni el Fonasa ni ninguna otra institución tienen respuesta alguna para esta situación. El seguro estatal, que es obligatorio para el que no está en alguna Isapre (las que desalientan la pertenencia de personas de edad, que son las que más necesitan del sistema de salud), no contempla ni pago ni copago de medicamentos. Tampoco aporta para los exámenes de laboratorios que no están en el “arancel Fonasa”. Algunos de ellos son especialmente caros como, por ejemplo, uno de carga viral, que lo realiza el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, que vale $130.000. Sin embargo, hay que decir que contempla algún copago para el caso de los anteojos. Nobleza obliga. Es así como el autor recuperó un 5% del valor de sus últimos anteojos... A través del seguro estatal tampoco se puede consultar a los médicos de mayor prestigio en su especialidad o a médicos que trabajan en los establecimientos de mayor prestigio. Entonces, sucede que personas de recursos medios que requieren saber la opinión de alguno de estos médicos deben pagar por una consulta de 15 a 20 minutos de duración entre 50 y 65 mil pesos (el equivalente a 115 dólares) dependiendo de la especialidad, sin ningún aporte por parte del seguro estatal. Y deben seguir pagando mensualmente su aporte, aunque nunca use tal seguro. El oligopolio farmacéutico debe haber contratado a muy poderosos lobbistas ya que vende en sus establecimientos no sólo medicamentos sino también periódicos, bebidas, leche chocolates, caramelos, pan, números del Loto, cargas a las tarjetas telefónicas de prepago y hasta paraguas. Sin embargo, ni siquiera las populares aspirinas pueden venderse fuera de sus establecimientos. Con razón en las ciudades chilenas se ven por doquier farmacias más que en ciudad alguna del mundo desarrollado, del emergente o del subdesarrollado.

En educación y salud hacen falta, respectivamente, otros enfoques y nuevas acciones. Una educación de calidad no se obtiene simplemente con un mayor presupuesto y una buena estructura. Necesita además, y como condición necesaria, que los directamente involucrados en ella (profesores, estudiantes y padres) estén realmente motivados y tengan la disciplina, el rigor y la responsabilidad para llevar adelante las metas educacionales. Para ello es necesario, a su vez, que el conjunto de la sociedad (escuelas, medios de comunicación, empresas, sindicatos y gremios, comunidad vecinal, familias) se constituya en actor del proceso educativo, junto a profesores, estudiantes y padres. Es la sociedad docente. Este concepto implica también el hecho de que los adultos deban volver en diversas etapas de sus vidas a las aulas. Un ejemplo de la interrelación entre los distintos ámbitos de la realidad social con la educación es el deporte. El deporte no solo como parte del curriculum escolar sino el deporte como parte fundamental de la vida social extraescolar. El deporte no como parte del noticiero diario que aborda los ires y venires del football nacional e internacional mientras las personas están sentadas en casa frente al televisor. Estas noticias, que incluyen la actuación dominical de desadaptados que han encontrado un canal de expresión de su agresividad y frustración en la adscripción a “barras” de equipos de su preferencia, podrían enlodar lo esencial de la práctica deportiva. Esta reside, como diría un poeta de pueblo, en el jardín de la civilización y no en el potrero de la barbarie. Se trata del deporte como práctica de todo el universo infantil y juvenil y de la mayor parte del adulto. El deporte como escuela de formación del carácter y del espíritu de colaboración de los grupos. ¿Sabe usted que la natación – y no solo el ajedrez- es una excelente práctica para aumentar la capacidad de concentración mental de los jóvenes, lo que repercute en su capacidad de aprendizaje escolar? Además, la práctica universal del deporte en una sociedad mejora sus índices sanitarios. Cada individuo es más sano tanto física como mentalmente con la práctica deportiva. Y la buena salud de profesores y estudiantes es, naturalmente, otra condición necesaria para una educación de calidad.

El enlace entre deporte, salud y educación es necesario para tener una educación de calidad. Nuestra educación para avanzar necesita profesores y alumnos con disciplina personal y con alta motivación de logro. La una y la otra se pueden introyectar en los niños y jóvenes a través de la actividad deportiva. Ella, el arte y la cultura en general –incluyendo el trabajo solidario en las comunidades- debieran darle un contenido valioso al ocio de niños, jóvenes y adultos. La ocupación del tiempo libre con este contenido estaría más cerca del concepto griego de “ocio divino”, que consiste en no hacer nada salvo cultivar al espíritu y la salud corporal.

Niños y jóvenes llevan las normas y conductas aprendidas en su tiempo de ocio a la escuela. Si el tiempo de ocio es la calle, la mala televisión y el carrete las escuelas se transforman en multiplicadoras de las normas y conductas hostiles al trabajo escolar. Por ello encontramos en ellas violencia (que incluye agresiones a compañeros y profesores), drogadicción, robos y otras conductas delictivas. Si el tiempo de ocio se utilizara en deportes, arte y cultura otras serían las conductas y los valores escolares que estos niños y jóvenes podrían aportar a su educación formal.

Nunca está demás la insistencia en que una educación de calidad requiere profesores de calidad. ¿Cuál es el nivel que tiene la formación de profesores en las numerosas instituciones formadoras de maestros que existen en el país? No olvidemos que el esquema vigente de educación superior es el heredado del gobierno militar y ha transformado a muchas de estas instituciones en fuentes de mega negocios. Es un punto a tener en cuenta. Otras preguntas a considerar son: ¿Cuál es el nivel de motivación profesional de los maestros en nuestra educación básica y media y cómo elevarlo? ¿Cuál es el rigor intelectual y profesional de estos maestros? También es necesario insistir en que sin estudiantes con disciplina (conductual y mental) y motivación por el estudio no es posible una educación de calidad. Profesores y estudiantes con fuerte motivación, rigor mental y disciplina en la acción pueden obtenerse sólo con el concurso de lo que hemos llamado la sociedad docente. Ello no se logra solo con el manejo de variables internas al sistema educacional, porque como dice el sociólogo francés Edgar Morin, en su libro La mente bien ordenada si bien “…son las interacciones entre individuos las que producen la sociedad, pero la sociedad con su cultura, con sus normas, retroactúa sobre los individuos humanos y los produce en tanto que individuos sociales dotados de una cultura” (Barcelona: Editorial Seix Barral, S.A.; 2000; pp. 171-2). Si es así nuestras escuelas siempre serán como sea la cultura de nuestra sociedad. El cambio en ellas debe acompañarse con el cambio de ésta.

Un ejemplo claro de lo que no se debe hacer en materia de sociedad docente es gran parte de la programación de la televisión chilena, incluyendo sus largos noticieros y la mayoría de sus programas. La TV es el medio de comunicación social al que los chilenos (los escolares y sus padres) están expuestos más horas al día y el que tiene mayor capacidad de penetración en la formación de actitudes y en el conocimiento del medio social. Es obvio que los programas de la televisión abierta no alientan ningún reverdecer ateniense en nuestra polis.

Tanto en salud como en educación y en el resto de las responsabilidades del Estado se necesita mejorar mucho en la eficiente gestión de los servicios y en la productividad de la fuerza de trabajo, aunque esto vale también para el sector privado. En la gestión del Estado se ha avanzado desde 1990 a la fecha, ¿pero cuánto queda por mejorar? La sociedad y la economía traen desafíos y problemas cada vez más complejos en la medida que avanza el proceso de modernización. Ello significa que muchas instituciones y personas que fueron útiles en el pasado no lo sean ahora. Si los gobiernos siguen operando con personal superior que hicieron su primera experiencia en los altos cargos en los años sesentas y setentas del siglo pasado chocarán una y otra vez con problemas de gestión. En los últimos años el país ha sufrido dolorosas experiencias a partir de ineficiencias de altos cargos. Ello va más allá de la incomprensible ineptitud que ha dejado al descubierto el Transantiago el que, además, ha mostrado la irracional segregación social de la ciudad. Ineptitud que atraviesa por dos gobiernos y segregación que implica que miles de personas que prestan servicios al sector oriente de la ciudad (donde vive la gente pudiente) deban trasladarse desde los extramuros de los otros extremos geográficos durante varias horas cada día y por decenas de kilómetros. ¿No lo sabían los diseñadores del Transantiago? Por culpa de esta ineptitud la imprescindible necesidad de modernizar un sistema de transporte urbano, a toda luz primitivo y peligroso (conocido como el de las “micros amarillas”), se ha convertido en una experiencia dolorosa para miles de capitalinos en vez de una de mayor seguridad y bienestar.

Eficiencia en la gestión y mayor productividad de la fuerza de trabajo también pueden favorecer la satisfacción laboral y la vida familiar. En nuestro país se permanecen muchas horas al día en los lugares de trabajo, sin que con ello aumente la productividad (gerentes incluídos). Con mayores conocimientos, más responsabilidad y mayor motivación personal de todos los que componen la fuerza de trabajo las horas de permanencia podrían abreviarse significativamente a favor de la vida familiar y el aprendizaje formal o informal. Y se podrían obtener mejores salarios lo que, a su vez, es esencial para elevar los niveles de motivación y satisfacción laborales.


CONCLUSIONES

a. Decir una palabra definitiva sobre la calidad de la transición en Chile no es posible sin estudiar más profundamente los temas apenas mencionados y probablemente otros que no hemos enumerado. La libertad y el imperio de la ley, en términos generales, han estado asegurados por el nuevo pacto social. Pero hay otros aspectos menos claros y algunos francamente grises que no nos permiten concordar, a priori, con el carácter modélico de nuestra transición. Desde luego ella partió desde una situación muy controlada y vigilada, bajo acuerdos negociados de estricto cumplimiento, sin tener el mando de las fuerzas armadas. Y esa es la razón por la cual se prolongó tanto en el tiempo y la razón por la falta de consenso acerca de su término, tantas veces anunciado y tantas veces desmentido. Hay que decir que como tema de interés político el del término de la transición dejó de ser relevante. Con la elección de Michelle Bachelet el asunto se dio por concluido, sin necesidad de ningún pronunciamiento al respecto. Y la muerte del General Pinochet confirmó aquello. Si la misión principal de la Concertación fue realizar la transición política de la dictadura a la democracia ella está hecha. En este respecto la Concertación cumplió su misión histórica, “en la medida de lo posible”. A partir de este cuarto gobierno se da inicio a una nueva etapa tanto en la vida política del país como de la coalición gobernante. Desde luego, el liderazgo personal de la Presidenta, original en nuestra política, ha puesto los asuntos del país en otra perspectiva temporal: el futuro. El pasado nos permite tener más luces sobre las dificultades del presente, pero el futuro habremos de construirlo con una nueva visión. La crisis política que vive la coalición obliga también a ello.

El término de la transición, la muerte del General Pinochet, la crisis de la Concertación y el tipo de liderazgo de la Presidenta (junto a algunos nombramientos desafortunados y la escasa prolijidad laboral de no pocos colaboradores) han traído a la política chilena una buena cuota de incertidumbre. No todos los actores se han orientado con claridad ante la nueva situación, ni en la izquierda, ni en el centro ni en la derecha. Por ello la Concertación deberá dotarse de una nueva identidad que, a la vez, supere e integre a sus partidos con los riesgos de que ella deje afuera a algunos sectores de los que están dentro e incorpore a otros que están fuera. Tanto en este caso, como si continuara su actual composición, deberá superar sus errores, habrá de asumir nuevos temas, abrirse a resolver de algún modo sus actuales contradicciones (como las valorativas) y darse una nueva mística que supere las frustraciones, los odios y las ambiciones personales. Ella empezó como una coalición de centro izquierda, pero la necesidad de darle gobernabilidad al país privilegió la estrategia de los consensos (Concertación/derecha) lo que fue, por la misma lógica de la estrategia, transformando su política en una de centro propiamente tal y, en no pocas ocasiones, de centro derecha. ¿Habrá posibilidades de gestar una gran alianza de centroizquierda inclusiva? Si la Concertación agotó su capacidad para gobernar el país hacia el desarrollo político, económico y social con reducción progresiva de las desigualdades sociales y territoriales, y con franca redistribución del ingreso tiene, pues, sólo dos posibilidades: a) cambiar profundamente; o b) dejar de ser gobierno en el futuro próximo y dar paso a uno de derechas.

La situación de hoy plantea un interrogante decisivo, ausente en el periodo de las tres primeras presidencias de esta alianza. Si la transición a la democracia está realizada ¿para qué quiere ser gobierno la Concertación en un quinto periodo presidencial? Esta es la pregunta a contestar. Porque si lo que se ofrece a la ciudadanía es más de lo mismo habría que sopesar con detención la eventual conveniencia de la alternancia. Los cuatro gobiernos de la Concertación han procurado avanzar en el proceso de recuperación de la democracia y satisfacer las necesidades de la gente abandonada durante el largo régimen militar. Para ello llevaron una política fiscal responsable y procuraron un crecimiento económico basado en la inversión del gran capital. Esto está consolidado. Ahora es necesaria una visión que dibuje nuevos horizontes. En esto concordamos con Carlos Peña, que escribe: “…cuando la política renuncia a modelar las preferencias de la gente, a conferirle un significado al tiempo –esto primero, esto después, en razón de eso o aquello-, la insatisfacción nos inunda por todos lados, sin importar lo que hagamos. O lo que tengamos. Cuando el deseo lo inunda todo, las comunidades y las personas no van para ningún lado: simplemente van”. (Véase “El mal del infinito”; columna en El Mercurio; 10 de junio de 2007; p. D 12). Como en la simpática y aguda pregunta de Jack Kerouac en su novela On the Road (1957):

“Muchachos ¿van a alguna parte o simplemente van?”

b.- Hay, por tanto, que hacer un esfuerzo consistente para superar la actual crisis de la coalición. La Concertación necesita un nuevo aire, que incluya una recomposición que incorpore más fuerzas e ideas progresistas. No es necesario inmovilizarse en el diagnóstico de la actual coyuntura política ni en los errores del pasado. El país y el mundo son ahora diferentes a lo que fueron en 1990. Lo lógico es que la Concertación procure abrir puertas y ventanas y plantear al país un proyecto para el mediano plazo que apoyándose en lo positivo de su trayectoria plantee nuevas ideas que movilicen otra vez el entusiasmo y las esperanzas del ciudadano común. ¿Quién podría convocar a estas reflexiones y debates, y velar por su éxito? La dirigencia política responsable junto a gente de la cultura, líderes de organizaciones sociales y científicos interesados en el devenir político y social. Una convocatoria amplia, variada, que sobrepase los límites de la elite política. Por lo demás, ya dos integrantes de ella se apresuraron a dar su opinión, muy valiosa aunque dentro de los límites de sus status. (Véase José Antonio Viera-Gallo e Ignacio Walker “El nuevo progresismo”, documento exclusivo de El Mercurio; 7 de enero de 2007, p. D 10). El nuevo proyecto, de ser exitoso, ha de emanar de amplias discusiones en diferentes escenarios, con la participación de la sociedad política (sus partidos) y de la sociedad civil (sus diversas organizaciones sociales, territoriales, educacionales), con la participación de dirigentes populares, intelectuales y artistas, y pueblo independiente. El desafío es que los ciudadanos, auténticos titulares del poder democrático, tomen parte en esta tarea de modo de ir consolidando potentes vínculos entre la Concertación y la sociedad civil, sin los cuales difícilmente esta coalición recobrará los niveles de adhesión de los que ha disfrutado desde sus inicios. El nuevo proyecto deberá orientar la marcha del país para el tiempo que viene tratando de superar la situación actual en la que la política está consumida por el corto plazo.

c.- Algunos de los temas a ser sometidos a reflexión y debates se pueden enunciar del siguiente modo:

I.- El fortalecimiento del Estado democrático y de la sociedad civil.

II.- Cómo avanzar en el empleo y la protección social.

III.- Bases para la economía y la sociedad del conocimiento.

IV.- Modernización industrial y desarrollo tecnológico.

V.- Inserción en la globalización.
VI.- La modernidad y el cambio cultural
VII. La vida en la ciudad.
VIII.- Reformulación de la Concertación de Partidos por la Democracia.


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